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Ahora continuó, apoyando sus palabras con pataditas nerviosas , ahora, todo muerto por culpa del maldito Lyón, de esos gabachos que con sus máquinas endiabladas nos han arruinado.... Ya no hay moreras en la huerta; en las barracas se ha perdido la memoria de las cosechas de capullo, y ha muerto una industria... industria no; un arte que nosotros, aunque cristianos viejos, heredamos directa y legítimamente de nuestros abuelos los moros.... ¿Y en esto consiste el progreso? ¿En que unos pueblos roben a otros sus medios de vida...? Pues me futro en él y en los que le defienden.

Sonó después dentro del coche un ¡Berr! formidable, vehemente y angustioso, como el del que se arroja a un estanque de agua helada, y apareció al fin, uniendo aquellas extremidades, un magnífico abrigo de pieles de marta que envolvía al marqués de Villamelón, vestido de gran uniforme. Hubo un momento de pausa, en que Fernandito daba pataditas en el suelo, diciendo con gran impaciencia: ¡Vamos!...

Todo me lo revuelven, todo me lo ensucian. El alboroto de sus pataditas, de sus risotadas, de sus berrinches, me enloquece. Luego, el temor de que se caigan, de que les arañen los gatos, de que se mojen, de que se descalabren. MÁXIMO. Yo prefiero que me mande usted una cocinera... EVARISTA. Irá la Enriquetilla. Encárgate, Urbano; no se nos olvide. MÁXIMO. Bueno. EVARISTA. Aguarda.

Don Víctor levantaba la cabeza, extendía el brazo, señalaba a las nubes y daba pataditas en el suelo. Ana había desaparecido otra vez, había entrado en la casa, olvidando a Santa Juana Francisca sobre el banco, y a los dos minutos estaba otra vez allí con chal y sombrero; y los cuatro habían salido por la puerta del parque, que abrió Frígilis con su llave. ¡Iban al campo!

La faja de su hermano y la Capitanía general de Madrid, que desempeñó este algún tiempo, habíanle abierto las puertas del beau monde, y allí se había encastillado ella y tomado carta de naturaleza. Villamelón, dando sus pataditas, repetía por centésima vez muy angustiado: ¿Sabes, Curra?... Malo estoy. Fernandito, ¡por Dios!... No me lo digas... Indigestión... El vol-au-vent de codornices.

Amparo pensaba que, por ser la más pequeña y la más débil, tenía que contentarse con el sobrante de la otra, y Concha retocaba su moño nerviosamente, murmuraba y daba furiosas pataditas, mirando de soslayo, sin poder copiar el perfil gracioso del peinado de aquella muñeca. Por fin llegó el momento en que volvieron a su cuarto para ponerse los vestidos más bonitos.

¡Mire usted cómo trabajo! gritaba Pomerantzev a la enfermera, una muchacha bajita, envuelta en una capa de pieles. Estaba sentada en un banco, dando pataditas en el suelo para calentarse los pies, y vigilaba a los enfermos. La naricita se le había puesto encarnada a causa del frío.

Fernandito, con las manos en los bolsillos del pantalón, daba pataditas en el suelo, diciendo tímidamente: Estoy fastidiado... ¿Sabes, Curra?...

Entre el algecireño y la chiquilla la vistieron de mala manera, y con la prisa le ponían la ropa del revés. La señora se impacientaba, llamándoles torpes y dando pataditas.

¡Muy bien! dijo su padre dando pataditas en el suelo para desahogar la inquietud que le consumía . Pues ahora te pongo delante al propio boticario ese, y al mejor mozo y más rico y más honrado y decente de Sevilla, y te vuelvo a decir: elige. A Leto, insistió Nieves. ¡Canástoles! exclamó don Alejandro en los últimos extremos ya de la congoja que le ahogaba : ¡qué aberraciones, hombre!