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En la época de César, y según sus referencias, la Inglaterra estaba poblada por tribus pastoras, que vivían principalmente de leche, queso y carne, de expediciones predatorias sobre sus vecinos, emprendidas por guerreros voluntarios bajo la dirección de jefes accidentales, por aquéllos elegidos o aceptados, y considerando como su mayor gloria la amplitud del desierto intermediario con las otras tribus que les garantía contra ataques repentinos.

Doña Mercedes le había hablado desde la infancia de matrimonios de leyenda; de príncipes que en otros tiempos se casaban con pastoras y ahora buscaban á las millonarias. Miguel Fedor se sintió algo intimidado al encontrar en su palacio á esta muchacha que le miraba descaradamente, con ojos de dominación, como si todo lo existente debiera doblarse ante su paso.

El Sannazaro fué también un gran poeta, que describió amores de pastoras, y Federico II de Aragón le hizo el regalo de una «villa» con jardines, para que trabajase con más comodidad... ¡Otros tiempos, señores míos! Sus herederos la convirtieron en iglesia, y... Se cortó la voz del cochero.

Aquí se eslabona insensiblemente el lema de este capítulo: «Es el hombre de la naturaleza que no ha aprendido aún a contener o a disfrazar sus pasiones, que las muestra en toda su energía, entregándose a toda su impetuosidadEse es el carácter del género humano y así se muestra en las campañas pastoras de la República Argentina.

Eran sus dibujos del gusto francos que la dinastía había traído á España; y en los cinco lienzos que lo formaban, había amanerados grupos de pastoras discretas y pastores con peluca al estilo de Watteau, género que hoy ha pasado á los abanicos. Desde dicha noche se detuvo, y no hubo medio de hacerle andar un segundo más. El reloj, como sus amas, no quiso entrar en este siglo.

En el Auto de Cananea salen á la escena en figura de pastoras la Ley de gracia, la natural y la escrita, y cada una apacienta su rebaño. Otra composición religiosa de esta especie ofrece en tres partes al cielo y al infierno, y nos presenta en variados grupos á réprobos y bienaventurados. Entonces se encamina al infierno una alegre turba de marineros, que son demonios.

La batalla aquella había dejado en descubierto otro grande hecho, a saber: que la montonera había perdido su fuerza primitiva, y que los ejércitos de las ciudades podían medirse con ella y destruirla. Este es un hecho fecundo en la historia argentina. A medida que el tiempo pasa, las bandas pastoras pierden su espontaneidad primitiva.