United States or Palau ? Vote for the TOP Country of the Week !


Yo que jamás caté píldora, ni pastilla, ni glóbulo, tengo mi alcoba llena de potingues; y si fuera a hacer todo lo que el médico me dice, no duraría tres días. ¡Y quién me había de decir a que le haría ascos a la comida, yo que jamás le he preguntado a ningún plato por sus intenciones!

Y no es el menos notable un cesto, de paja y cáñamo entrelazados, donde hay tres paletas de madera muy dura, en que se frotaba la pastilla ó barra de tinta sólida, humedeciéndola, para que, desleída, sirviese. En cada paleta hay huecos en que se envainaban las cañas ó plumas, de las que se conservan tres.

CADERA DE TORO. Se toma un trozo de un kilo, y en una vasija de barro se pone, con una cabeza de ajos, una cebolla grande, tres clavillos, seis granos de pimienta, una hoja de laurel, dos jícaras de aceite, dos de vino blanco, cuatro de agua y una cucharada de vinagre. Tiene que hervir de tres a cuatro horas. Al tiempo de servirlo se pasa la salsa y se espesa con una pastilla de chocolate molido.

La noche anterior temió que no le quedase dinero para poder comer al día siguiente. Pero Valeria había pasado la mañana haciendo preciosos descubrimientos en los armarios: billetes de Banco perdidos entre las ropas, placas del Casino olvidadas en los libros, hasta un papel de mil francos envolviendo una vieja pastilla de jabón. Cesó repentinamente de enumerar estos hallazgos. ¡Mira!... ¡mira!

Son cuarenta y tres... ¿Ha comprado V. el jabón? Nada más que una pastilla... no me acordaba si la señora me había mandado comprar dos o una... Le había mandado comprar dos; pero no importa... ¿Dónde la ha puesto V.? En la alcoba, sobre la mesa de noche. Al pronunciar estas palabras entró en la alcoba para buscar la pastilla. Cuando llegó cerca de la mesa, dio un grito de terror.

Una caja de dientes; a la izquierda una pastilla de olor; a la derecha un polisón. ¡Cómo se ciñe el corsé! va a exhalar el último aliento. Repara su gesticulación de coqueta. ¡Ente execrable! ¡Horrible desnudez! Más de uno ha deslumbrado tus ojos en algún sarao que debieras haber visto en ese estado para ahorrarte algunas locuras. ¿Quién es aquel de más allá?

Las mujeres buenas huelen á pescado y á estropajo: estaba seguro de ello... En su lejana juventud, los conocimientos del pobre Caragòl no habían ido más allá. Al quedar solo, agarró un trapo, agitándolo violentamente como si sacudiese moscas. Quería limpiar el ambiente de malos olores. Sentíase escandalizado, como si hubiesen dejado caer una pastilla de jabón en uno de sus arroces.

Soñaba la india en las lindas cosas que vería: tanta bandera; tanta gente endomingada; los niños, con traje de terciopelo, muy orondos, agarrotados los dedos por los guantes; las niñas, de blanco, unas con banda azul y otras no; las personas que se agolpaban a las ventanas del Cabildo, donde el transeunte es asaltado por una, dos o tres señoritas, que le meten por las narices, como si dieran a oler una pastilla, la cedulita de la rifa, y le marean y le cercan, y le siguen y le persiguen, repitiendo: ¡Caballero! ¿una cedulita? ¿una cedulita, caballero? como muletilla de mendigo.

En el pasaje de los Panoramas compramos un frasco de vinagre de olor, un pomo de aceite y algunas pastillas. Yo creí equivocadamente que el frasco valia dos francos y medio, y pagué á razon de esta suma. La pastilla valia seis sueldos, de modo, que fué moral regalando una pastilla que me costaba dos veces más de lo que valia.

Y se volvió a acostar. Maximiliano, al revolverse, le dio un encontronazo con un omoplato. «¡Ay!, me ha hecho ver las estrellas» dijo para Fortunata, recogiéndose más en su lado. «¿Duermes, viditamurmuró el otro despertándose, y rechupando luego como si tuviera una pastilla en la boca. Pero sin oír la respuesta, se volvió a dormir. vii