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Te has llevado lo mejor del barrio, granuja. ¡Los que te envidian por allá y desean verte morir!... Pero lo que has hecho es propio de tus pocos años. ¡Ay, si tuvieses los míos! ¡Si poseyeras mi sabiduría!... Ya te cansarás: el amor es un sarampión de cabeza, que todos sufrimos a cierta edad. Cree, muchacho, que el hombre está mucho mejor solo. Ya sabes que yo pasé unos cuantos meses en la Modelo.

Aunque no se parece a ninguna otra, al fin es mujer. Está casada, y, sin embargo, ha consentido en que nos viéramos... luego es mía... en espíritu. El tiempo hará lo demás. Lo imposible, inútil y absurdo, dadas las circunstancias, sería repetir las citas al aire libre. Una vez, pase, por lo que tiene de poético. ¡Ya lo creo que tiene poesía!

Entonces me parecen síntomas de decadencia y ruina: entonces me parecen amenaza de disolución nacional, si bien confío siempre en la Providencia y espero que la amenaza no se cumpla, que lo ominoso ó fatídico salga fallido, que la enfermedad pase y que la nación persista sana, salva y una.

La gratitud por tan magno servicio exigía que Benedicta, entre ruborosa y complacida, murmurase un Pase usted adelante, aunque la casa no es como para la persona. Suponemos que esto o cosa parecida sucedería, y que Fortunato no se dejó decir dos veces que le permitían entrar en la gloria, que tal es para todo enamorado una mano de conversación a solas con una chica como un piñón de almendra.

Me parece que me guardas consideración dijo el pintor. De ningún modo replicó Pedro. Al segundo pase Fabrice metió sus dos balas en el tercer círculo. Pierrepont, después de aquél hizo dos y dos. Jacques tenía diez puntos contra cinco. La tercera prueba le dio todavía una ventaja más considerable; con sus tres balas marcó doce puntos; tenía así veintidós contra cinco.

No más, sino que carraspeó un poquito y que, sin añadir una sola palabra a las mías, echó a andar hacia la escalera, mientras yo me dirigía a la cocina donde se oían ya los parleteos de los primeros tertulianos. ¡Virgen santa, qué noche pasé!

La primera Nochebuena a bordo la pasé en el Océano Índico, después de una tarde sofocante. De día, el mar estuvo como una llanura inmóvil de cristal fundido por el sol, y la noche fué espléndida, cuajada de estrellas refulgentes. La mayor parte de la tripulación la formaban chinos que no celebraban este día.

Y con esto abandonó el observatorio sin esperar mi respuesta, y salió del gabinete casi batiendo las palmas y con una agilidad desconocida en ella mucho tiempo hacía. Yo me quedé ¿a qué negarlo? haciendo votos porque los barruntos no fallaran; después medité un rato sobre los sucesos que podrían ocurrir aquella noche; y con el esbozo de un plan en la cabeza, dejé mi cuarto y pasé al de mi tío.

Una parte de la noche, me la pasé en la ventana, soñando deliciosamente, y contemplando las masas sombrías de los elevados árboles de aquel Pavol, donde yo debía reír, llorar, divertirme, desolarme y ver cumplirse mi destino. Me sentí tan feliz, que aquella noche mi cura no fue en mis recuerdos más que un punto imperceptible.

Los habitantes de Munich pasean sus alegrías del domingo sobre ese hermoso lago y dentro de los abiertos parques de las residencias que lo circundan. La guerra no había alterado esta costumbre: El día que yo pasé en él, al borde del agua, estaban atestados de gente los merenderos, gruesas señoras sentadas en corro ahuecaban sus faldas sobre las praderas.