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Los judíos que pasaron á Portugal consiguieron de don Juan II permiso de vivir en aquel reino por espacio de seis meses: el cual les fué concedido con tal que pagasen un cruzado por persona.

Desde el punto de vista del dinero, se entiende, porque en cuanto al corazón... Se levantaron de la mesa y pasaron al salón, donde Tragomer, viendo que eran las dos de la tarde, se despidió á fin de volver á su casa á esperar á Marenval. Se habían dado cita para cambiar noticias después de sus respectivas averiguaciones.

Rosa se burlaba de este aumento: cada cual tenía las fuerzas que Dios le había dado: no quería creer en la eficacia de la gimnasia, que el joven trataba de explicarle con calor. Quiso que ella le apretase la mano, a ver quién resistía más. El orgullo le impidió chillar, aunque buenas ganas se le pasaron de hacerlo.

Descendieron á la ribera, y en el pequeño puerto de la isla del Huevo pasaron el tablón que servía de puente entre el muelle y una goleta pequeña de casco verdoso.

Los poetas que gozaban de una posición desahogada, muy particularmente, pasaron gran parte del día mirando caer los copos al través de los cristales de su gabinete, y meditando lindos e ingeniosos símiles de esos que hacen gritar al público en el teatro «¡bravo, bravo!» u obligan a exclamar cuando se leen en un tomo de versos: «¡qué talento tiene este joven

En parlamentos, consejos y discusiones, pasaron quince días sin llegar á ningún acuerdo. Quién opinaba por la vuelta á Sicilia, visto que Trípoli se hallaba en defensa; quién proponía la ocupación de los Gelves, como empleo de la expedición y base para continuar lo de Trípoli en el otoño próximo, y quién sostenía se cumpliera el objeto del armamento, que había sido el ataque de Trípoli.

Los comediantes que se hallan á disgusto en Madrid, buscan en provincias compromisos ventajosos; y otros, por el contrario, que pasaron en ciudades de segundo y tercer orden la primera mitad del invierno, regresan á la corte con propósitos de éxito y de lucro.

Así fue, y la verdad es que la pasaron todos muy mal, incluso Encarnación, que se dormía en pie. A la mañana siguiente, subió Estupiñá a preguntar por toda la familia con un interés del cual Segunda sabía sacar partido. «¿Cómo ha pasado la noche la mamá? Y el niño, ¿qué tal?

; el móvil único de la señorita Guichard era su rencor implacable; todo estaba subordinado en su existencia al deseo de hacer mal á Fortunato. Era esto tan evidente, tan claro, que á Mauricio se le pasaron ganas de levantarse y exclamar: "Todo lo que estoy contando es falso de la cruz á la fecha.

Pasaron los tiempos de la intervención anglofrancesa en el Plata o en Méjico, y la Europa podía, y esta vez con razón, variar la fórmula de Monroe repitiendo: Europe for the europeans! ¿Qué significado actual, real, positivo, tiene hoy, pues, la famosa doctrina?