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¡Ah! dijo el bufón. ¡Oh! dijo Quevedo. Pasad, caballero, pasad dijo Dorotea ya perfectamente serena. Juan Montiño entró en la alcoba, enteramente repuesto ya de su sorpresa. ¿En qué nido le habéis encontrado, amigo Manolillo? dijo Quevedo. En el nido de una corneja. ¿Y dónde tiene esa corneja su nido? Es la manceba vieja de un tal Cornejo, galeote huído que anda haciendo milagros en la corte.

puedo dijo don Francisco; y tiró adelante, siguiendo al maestresala, que después de haber atravesado algunas habitaciones más suntuosas y mejor alhajadas que las de palacio, abrió con un llavín una mampara, y dijo á Quevedo: Pasad y esperad; mi señor me manda rogaros le perdonéis si tardare. Y el maestresala cerró la mampara.

6 Y habló Josué a los sacerdotes, diciendo: Tomad el arca del pacto, y pasad delante del pueblo. 7 Entonces el SE

Adios, adios por siempre, celestes fantasías Que al corazon tranquilo, y en mas serenos días, Brindaron halagüeñas, dichoso porvenir, Pasad engañadoras visiones peregrinas: En vez de frescas rosas tan solo piso espinas, Y el sol de mi esperanza no veo ya lucir.

La tapada adelantó rápidamente, atravesó la puerta por donde penetraba el reflejo de la luz, y luego Montiño oyó el ruido de dos llaves en dos puertas distintas. Luego la dama se asomó á la segunda puerta, y dijo: Pasad, caballero. Montiño pasó. Y entonces, por la parte de afuera de la puerta, se oyó una voz ronca que dijo: ¿Quién será ese hombre con quien ella se encierra?

Pertenecía al concejo municipal, y votó por que conservaran a las hermanas que querían echar de la escuelaEsto conmoverá a San Pedro, que responderá: «Bueno, entonces, pasad, Bernardo, pero tened entendido que es por darle gusto al señor curaPorque allá arriba todavía seréis cura, y cura de Longueval. Sería demasiado triste el Paraíso para vos si no fuerais cura de Longueval.

En aquel instante se abrió una puerta que daba al descanso en que se había parado Stein y dio salida a un rumor de vasos, de cantos y de risas: una criada que salía de adentro sacando botellas vacías, se hizo atrás, para dejar pasar a Stein, cuyo aspecto y traje le inspiraron respeto. Pasad adelante le dijo ; aunque venís tarde, porque ya han cenado y siguió su camino.

Pero sobre esta pirámide funeraria, levantada a los Talma y a los Keen de la gran aldea, tres figuras se levantan: Lola, Diego y el Marqués, cantando el himno nacional antes de contar su candoroso poema de celos y de amor a una sala llena, en donde brillan las más lindas mujeres de aquellos días. ¡Pasad, oh sombras!

Los dos barcos estaban á cincuenta metros el uno del otro y entre ellos los nadadores, tan próximos á ser presos por sus verdugos como recogidos por sus salvadores. ¡Alto! rugió de nuevo el vigilante, ú os echo á pique. ¡Pasad por encima! exclamó Marenval, que se inclinó en la proa, como para dar más autoridad á su orden. ¡Gahead! gritó el timonel.

Pasad, pasad, don Francisco dijo el bufón. Quevedo entró á tientas en un espacio densamente obscuro. El bufón cerró. Poco después se oyó el chocar de un eslabón sobre un pedernal, saltaron algunas chispas, y brilló la luz azul de una pajuela de azufre, que el bufón aplicó al pábilo de una vela de sebo. Quevedo miró en torno suyo.