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Hablaba tan poco, que doña Lupe tenía que sacarle las palabras con cuchara. «O está también haciendo el trovador decía doña Lupe , o le pasa algo. Estoy yo divertida con mis sobrinos. Todos están con murria. Al menos Maxi es franco y dice lo que quiere».

Se coloca en una besuguera y se pone a dorar, bien untado con manteca, se echa cebolla muy picada, y se le deja cocer un par de horas. Al tiempo de servirlo se corta en lonjas, pero sin que pierda la forma; la salsa se pasa.

Desde que se atraviesa el centro de la estrella lacustre llamado Kreuztrichter, y se pasa por en medio de Woegis y Kirsiten, teniendo á la izquierda la costa del canton de Schwyz y á la derecha la del de Unterwalden, todo cambia de aspecto y adquiere el sello de la majestad y la hermosura agreste.

A veces me pregunto a mismo, si al censurar en mi interior esta condición de Pepita, no soy yo quien me censuro. ¿Qué yo lo que pasa en el alma de esa mujer, para censurarla? ¿Acaso, al creer que veo su alma, no es la mía la que veo?

Por dicha, aunque no entrevemos bien si merced a tan feroz resolución o independientemente de ella, el conflicto pasa, las cosas toman mejor cariz, los tiempos se acercan, la esperanza luce y el poeta escribe su flamante apocalipsis y nos anuncia su Buena Nueva en no corta serie de animados cuadros. Según él, la miseria que nos rodea es la noche que precede a las grandes claridades.

Y cuando del diálogo que tiene el sesgo de la frase hablada, el novelista pasa a describir y eleva la forma, pone en ello gradaciones tan armónicas que la transmisión se efectúa insensiblemente. Y ora evoque el despertar de la ciudad o los vastos panoramas agrestes o los cuadros de costumbres camperas, siempre ajusta a su naturaleza el estilo.

Sólo Tristán parecía descontento y lo manifestaba con sordos gruñidos. ¿Qué le pasa al mastuerzo éste? dijo Simón en voz baja, deteniéndose y mirando á Tristán.

Carlos había recibido varias cartas y parecía vivamente preocupado; a pesar de la reserva que me había impuesto, me atreví a interrogarle. »¡Ay! me dijo: ¡tiene usted razón, ha adivinado lo que pasa en mi alma; experimento un gran sentimiento! ¡Es necesario que la deje, Juanita! Que me ausente por un mes. Todo un mes sin verla, ¿comprende ahora mi dolor?

Papá ha almorzado solo, porque tenía una cita, y no vendrá hasta las tres: dijo, tendiendo a Pepe la mano, que él retuvo un instante entre las suyas. Pues me voy. ¡No! Ya me he cuidado de decir que tenía yo que venir al despacho. Me repugna esto de quererte a hurtadillas. A también; pero, ¿qué remedio? ¡Está bueno lo que pasa! el riesgo es mío y el miedo tuyo.

Á me llaman Felipe; pero si algún día me busca usted, pregunte por Castelar, pues así me conocen, porque me gusta hablar con las personas, y en la taberna soy el único que puede leer el periódico á los compañeros. Ese muchacho que pasa con el cesto de pescado es Chispas, á su patrón le llaman El Cano, y así estamos bautizados todos.