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De allende los mares vino un rumor que propalaba que en otras ciudades había palacios y parterres, con flores, pájaros y fuentes, y Manila quiso tenerlos.

El Magistral dejó atrás el zaguán, grande, frío y desnudo, no muy limpio; cruzó un patio cuadrado, con algunas acacias raquíticas y parterres de flores mustias; subió una escalera cuyo primer tramo era de piedra y los demás de castaño casi podrido; y después de un corredor cerrado con mampostería y ventanas estrechas, encontró una antesala donde los familiares del Obispo jugaban al tute.

Si son para el señor doctor repuso el buen viejo por fuerza han de ser las más hermosas. Ahora mismo voy a abrir los invernáculos donde están las más raras y allí hay de sobra donde elegir, si no bastan las de los parterres. » ¡Ay, qué gusto! exclamé palmoteando de alegría. ¿Y podemos llevarnos las que queramos? » ¿Todas, todas? preguntó Magdalena.

Aquel cementerio de novela, con sus grupos de rectos cipreses, sus columnatas orientales y sus parterres de rosas, despertaban en el joven una dulce melancolía, haciendo revivir en su memoria la imagen de la buena dama.

Tras las primeras piedras vinieron las escalinatas, más tarde los parterres, y por último, las verjas, apareciendo en estos progresos el frac, el aceite de bellotas, las libreas, los velocípedos, los polisones y los ataques de nervios. Ya apenas existe el recuerdo de la chaqueta, verdad es que la vida de Manila en sus relaciones con el confort camina á pasos agigantados.

El gigante vió un edificio bajo, de paredes blancas, con extensas columnatas, jardines y amplias escaleras de mármol que se hundían en el agua azul. Recordó que Flimnap le había hablado de este palacio, construído por los antiguos emperadores para sus baños de mar. Bajo las columnatas había parterres llenos de flores.

En un cercado de aspecto elegante y de una exposición acertada, yo había visto con frecuencia a Eulalia errar pensativa por entre los bosquecillos dejando flotar a merced del viento los pliegues de su túnica blanca y las ondas de su cabellera, o bien, a la caída de la tarde, regar con agua pura las flores de sus parterres, cuando éstas languidecían marchitas por los ardores del sol, como símbolo conmovedor de un alma tierna que se consume calladamente de amor; y cada vez un deseo inquieto, un sentimiento, mezcla de turbación y de voluptuosidad, se deslizaba por mis venas y hacía hervir mi sangre.

Estas eran dulces quimeras e ilusiones presuntuosas del amor sin experiencia. Hoy he querido ver todo eso, pero la magia de los hermosos días ha desaparecido. La casa ha sido abandonada a nuevos propietarios, y éstos, sin consideración alguna, han devastado sus parterres y arrancado sus madreselvas. No han respetado nada de lo que ella amaba; ¡lo que ella amaba! ¿acaso lo saben esas gentes?

Y con mucha prisa, haciendo saltar la ropa cerca del techo, acabó de levantar la cama y salió de las habitaciones del señorito. El cual paseó tres o cuatro minutos entre los libros tumbados en el suelo, por los senderos que dejaban libres aquellos parterres de teología y cánones. Después de fumar tres pitillos volvió a sentarse. Escribió sin descanso hasta las diez.

Don Álvaro daba el brazo a la Marquesa, y delante de ellos, detenida por la conversación de doña Rufina iba Anita, mordiendo hojas del boj de los parterres, con la frente inclinada, los ojos brillantes y las mejillas encendidas.