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Un vago terror les imposibilitaba de hablar y les crispaba las manos con que se agarraban a las argollas. El primer piso dijo el director al pasar por delante de una abertura negra. Nadie hizo observación alguna. Aquella suspensión en el abismo, en lo desconocido, paralizaba su lengua y hasta su pensamiento. El segundo piso volvió a decir el director al cruzar rápidamente otro agujero negro.

Así sucedió, en efecto; el cansancio paralizaba ya el brazo de Roger, su adversario comprendió que había llegado el momento de dar un golpe decisivo y oprimiendo con fuerza el puño de su acero, saltó hacia atrás para ganar el espacio que necesitaba.... Aquel movimiento salvó á Roger; su adversario había retrocedido sin cesar desde la renovación del combate y llegado sin saberlo á la misma orilla.

La tozudez de aquella mujer turbaba el orden, paralizaba todo el mecanismo de la justicia, que solía funcionar con mucha regularidad, sin ningún entorpecimiento. Era hasta ofensivo; con toda su modestia aparente, su resignación y su humildad, aquella mujer parecía, en cierta manera, superior a los jueces, a los jurados, al público.

Y, al decir esto, se dejó caer pesadamente en una silla, apoyó la barba en su mano y fijó la mirada en el salero. ¡Pero no comes! dijo al cabo de un instante. Sacudí la cabeza: no habría sido capaz de comer un bocado, aun cuando el hambre me desgarrara las entrañas. Su presencia me paralizaba por completo. Siguió un nuevo silencio. ¿Cómo la encuentras ? preguntó él al fin.

Pero algo frío y hostil existía en el ambiente que paralizaba sus sonrisas, dejaba sin eco sus palabras y hacía opacos los resplandores de ojos. Todas las frentes se inclinaban bajo el peso de severos pensamientos; todos los hombres parecían tener en aquel instante treinta años más. No la verían tal como era por más esfuerzos que hiciese.

Basilio estaba atontado: sus labios se movían sin producir sonido, sentía que se le paralizaba la lengua, se le secaba el paladar. Por primera vez veía el poderoso líquido, de que tanto había oido hablar, como destilado en sombras por hombres sombríos, en guerra abierta contra la sociedad.

No sabía lo que le pasaba. ¡Ellas tomaban por asalto el presbiterio, eran católicas! ¡Le traían dos mil francos; le ofrecían mil francos mensuales! y querían comer con él; ¡ah! ¡esto era el colmo! el terror lo paralizaba al pensar que tendría que hacer los honores de la pata de carnero y la crema a esas dos americanas locamente ricas que debían alimentarse de cosas extraordinarias, fantásticas, inusitadas, y sólo murmuraba: ¡A comer... a comer! ¿queríais quedaros a comer aquí?

D. Pantaleón en aquellos momentos tenía el pensamiento tan inmóvil como su cuerpo; yacía entregado a una sensación de bienestar animal, que inundaba su ser como una ola tibia y lo paralizaba. Muchas veces duerme así el espíritu cuando se prepara a una actividad enérgica, como el luchador que reposa para disponer de toda la fuerza de sus músculos.

Cuando vio que no entraba sino ella, casi se cayó la emoción le paralizaba la lengua. Señor doctor, habiéndose enfermado mi padre... Señorita..., señori... ta, crea que... ...no puede concurrir y me... ¡Valiente!... Tanta incomodidad... ¡Tome usted asiento! ...¡envía con estos papeles para que usted los revise!

Simoun había venido ya cenado y hablaba en la sala con algunos comerciantes que se quejaban del estado de los negocios: todo iba mal, se paralizaba el comercio, los cambios con Europa estaban á un precio exhorbitante; pedían al joyero luces ó le insinuaban algunas ideas con la esperanza de que se las comunicase al Capitan General.