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Entretanto los coches venían en vertiginosa carrera, paraban de firme junto á la puerta depositando á la alta sociedad. Las señoras, aunque apenas hacía fresco, lucían magníficos chales, pañolones de seda y hasta abrigos de entretiempo; los caballeros, los que iban de frac y corbata blanca usaban gabanes, otros los llevaban sobre el brazo luciendo los ricos forros de seda.

Y caminando despues que el sol salió, todos juntos, rio abajo, como cosa de dos leguas, y reconociendo los parages donde habian estado las tolderias, se hallaron 45 fogones, por donde se ha discurrido ser otros tantos toldos: y preguntándoles por el paso de dicho rio, respondieron ser aquel en donde estabamos, y se infiere, porque las sendas que parecen camino de carretas paraban alli mismo á la orilla de dicho rio.

Los rails, abrillantados por el continuo roce de las ruedas, se alejaban hasta perderse en la revuelta de una curva. El polvillo del carbón oscurecía la tierra, marcando las huellas de los carros, y a unos trescientos metros de donde paraban los trenes, indicando la entrada en agujas, empezaban a brillar los farolillos rojos y las señales de la vía.

El carácter de los españoles, como lo demuestra ya el principio de su historia, se distinguió siempre por su obstinación y por su férrea firmeza; pero esta prenda no aparecía sólo bajo su aspecto favorable, porque en sus preocupaciones no los paraban tampoco respetos ni temores, y llegaba inexorablemente hasta sus consecuencias más extremas.

Los gateras le seguían, acompañados de algunos más; los serenos le dirigían de lleno la luz de sus linternas, y los transeúntes se paraban mirándole alejarse, seguros de que no era difunto ni estaba desmayado, sino simplemente borracho. Subió la calle de la Montera, y preguntó por la calle de Válgame Dios, porque había resuelto dirigirse á Casa de su tío.

Maestre de Campo de esta plaza, deseoso de averiguar el paradero de ciertas cautivas españolas que tenia noticia paraban entre los Guilliches, habló con un indio de esta nacion, llamado Gechapague, á quien preguntó por dichas cautivas, y le respondió, que allí en su lugar no habia ninguna.

Por eso tenía poco mérito el embromarlas. Jamás se dio el caso de verlas enfadadas con sus amigos, y eso que algunos se deslizaban en sus guasas hasta llegar no pocas veces a la grosería. En cambio eran muy propensas a la guerra intestina, esto es, a irritarse una con otra; pero ya sabemos en qué paraban siempre estas misas.

Cuanto perjudicaba á la religión dominante conmovía también en sus cimientos al poder político, y el interés común del monarca y del sacerdocio era tan idéntico, que uno y otro no se paraban en los medios, siempre que el resultado de sus esfuerzos contribuyese de consuno á fortalecer el catolicismo.

Dos palillos mal forrados en un pellejo sobrante eran los brazos, que no cesaban de moverse, amenazando tocar un redoble sobre la cara del oyente; y dos manos de esqueleto, con las falanges tan ágiles que parecían sueltas, no paraban en su fantástico girar alrededor de la frase, cual comentario gráfico de sus desordenados pensamientos.

»A se me ocurrían muchas cosas que decir a propósito de estas juiciosas ideas de mi madre, que parecía no acordarse de que habían sido sus enormes despilfarros la causa principal del desastre de que se lamentaba. Pero seguí callando y oyendo, hasta ver en qué paraban sus reflexiones y sus planes.