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Eso de comer á lo transeunte, á lo bohemio, como si dijéramos al salto de mata, nos fastidia y nos entristece. Hemos llamado á la hija de la lechera, y la hemos encargado salchichon, jamon dulce, sardinas de Nantes, una libra de fresas, un panecillo y una botella de vino Macon. Mientras que la muchacha nos trae los recados, yo escribo esta revista á la manera que se persigna un cura loco.

Y diciendo esto sepultó un panecillo, y el otro, otro. Pues ¿las mujeres? Ya daban cuenta de un pan, y el que más comía era el cura, con el mirar sólo. Sentáronse los rufianes con medio cabrito asado y dos lonjas de tocino y un par de palomas cocidas, y dijeron: -Pues padre, ¿ahí se está? Llegue y alcance, que mi señor don Diego nos hace merced a todos.

Un cuchillo, una botella y un plato, en que había panecillo y medio, salieron de otro rincón, y el festín fué preparado en la mesa, para lo cual se hizo preciso apartar á un lado dos tragedias en verso heroico, un retrato de mujer roído de ratones, un ejemplar de la Constitución, un tintero de cuerno y una babucha, dentro de la cual había unas tijeras, una caja de obleas y medio tomo del teatro de Crebillon.

Juan no había tomado más alimento que una taza de café de ínfima clase y un panecillo. No pudo entretener el hambre contemplando la hermosura de la nieve, en primer lugar, porque no tenía vista; y en segundo, porque aunque la tuviese, era difícil que al través de la reja de vidrio empañada y sucia de su desván pudiera verla.

¿De dónde vienes en esta época del año? ¿Has desertado? ¡Vaya!... ¡Qué ocurrencia! Después empiezan las preguntas y las confidencias. El capitán, el cabo, el cantinero, la muchacha rubia de la panadería, a la derecha del cuartel, a quien llamaban «Magdalena panecillo»; no se olvida a nadie.

Los oficiales y tropa, estaban sometidos a ración de carne de caballo, y sobrándoles el oro a los sitiados, pagaban a precios fabulosos un panecillo o una fruta. El marqués de Torre-Tagle, moribundo ya del escorbuto, consiguió tres limones ceutíes en cambio de otros tantos platillos de oro macizo, y llegó época en que se vendieron ratas como manjar delicioso.

En la tarjeta que lleva el nombre de cada convidado, se escribe el menú y se coloca sobre la servilleta, y ésta, plegada, sobre el plato, y el panecillo debajo.

Hombre, no me río del moribundo... me río de la gracia. Profundísima lección debía llamarla usted. Se muere de hambre, es un hecho; le dan una hostia consagrada, que yo respeto, que yo venero, pero no le dan un panecillo. Así habló un maestro de escuela perseguido por su liberalismo... y por el hambre.

Pero no quiero irme sin darte una limosna y un consejo. La limosna en esta. Toma, para ayuda de un panecillo». Alargó la mano ofreciéndole dos duros, y viendo que el otro no los tomaba, púsolos sobre una de las sillas. «El consejo allá va. no vales absolutamente para nada. No sabes ningún oficio, ni siquiera el de peón, porque eres haragán y no te gusta cargar pesos.

Y cuando choraban una pieza de tela, unas manzanas o un panecillo, volvían orgullosas a casa, diciendo a las vecinas: Hoy le he dao el jonjanó a un payo. Maltrana, al asomarse a la puerta de alguna de aquellas casuchas, blancas por fuera y negras por dentro, sin otro respiradero que la puerta, conocía el origen de sus habitantes sólo con ver mujeres en su interior o notar su ausencia.