United States or Hungary ? Vote for the TOP Country of the Week !


Dicen que en los escaños del Congreso está siempre mirándose el pie, porque lo tiene muy pequeño. La verdad es que otro más antipático no ha nacido... ISIDORA. Cuando palidece se le pone la cara de un tinte ceniciento que causa horror.

El pájaro que muda su pluma cada estación, está triste, y más triste aún la pobre culebra al cambiar de piel. El ser racional muda también la piel y todos sus tejidos cada mes, cada día, á cada instante, perdiendo un poco de mismo incesantemente, con suavidad. No está abatido, sino algo debilitado, en un momento vago y de ensueño en que palidece la llama vital para reaparecer más lúcida.

Mete la mano más adentro y tropieza con el estuche de la flauta. D.ª Robustiana palidece, queda consternada. Un torrente de lágrimas se desprende al fin de sus ojos. Aquel pormenor musical acaba de aniquilarla. En esta triste situación la sorprendió Flora al entrar para darle los buenos días. Vuela hacia ella, la abraza y le pregunta anhelante qué le sucede.

Veamos, é interroguemos, y recojamos con atencion las respuestas. Dime, hermosa africana, ¿por qué estás triste? ¿por qué palidece el ébano en tus lánguidas megillas y se estingue el fuego en tu mirada? ¿No se deslizaban felices tus dias en este encantado y magnífico recinto, descuidados como esas cuentas de coral que por el roto hilo de tu gargantilla caen á ese tapiz de flores?

Concluida la guerra, Sid'Omar regresó a Milianah; pero, aun hoy, cuando se habla de Abd-el-Kader en su presencia, palidece y le relampaguean los ojos. Sid'Omar tiene sesenta años, y a pesar de la edad y de la viruela, conserva la hermosura del rostro: grandes pestañas, mirada de mujer, una sonrisa seductora, modales de príncipe.

Navegar en aquel gigantesco barco, el mayor del mundo; presenciar una batalla en medio de los mares; ver cómo era la batalla, cómo se disparaban los cañones, cómo se apresaban los buques enemigos... ¡qué hermosa fiesta!, y luego volver a Cádiz cubiertos de gloria... Decir a cuantos quisieran oírme: «yo estuve en la escuadra, lo vi todo...», decírselo también a mi amita, contándole la grandiosa escena, y excitando su atención, su curiosidad, su interés... decirle también: «yo me hallé en los sitios de mayor peligro, y no temblaba por eso»; ver cómo se altera, cómo palidece y se asusta oyendo referir los horrores del combate, y luego mirar con desdén a todos los que digan: «¡contad, Gabrielito, esa cosa tan tremenda!...» ¡Oh!, esto era más de lo que necesitaba mi imaginación para enloquecer... Digo francamente que en aquel día no me hubiera cambiado por Nelson.

Si algunas veces se me presenta una idea fuerte y magnífica, es inútil que trate de retenerla. Bien pronto mi sangre fermenta, y no la encuentro más que a través de dolores extravagantes; o bien me canso de semejante tensión y entonces se esfuma y palidece bajo mis pinceles; es, quizá, que la imagen de Eulalia tiene demasiada fuerza en mi cerebro y esto me distrae.

Ya la continuó el joven la conozco y creo en ella: siento su infinita ternura, «La estrella de la mañana, sin mancha alguna brilla en el horizonte: pero á tu lado, querida mía, palidece y casi no se ve...» Eso es lo que yo pienso, mi vida. Y con el énfasis de todo enamorado, la comparaba con el astro del amanecer, resultando que la amante vencía á la estrella en hermosura y esplendor.

Palidece y adelgaza; anda vagando de un lado a otro como una sonámbula. Alrededor de sus ojos se dibujan surcos azules que se ensanchan cada vez más alrededor de su boca se forma un pliegue que se contrae sin cesar. Martín no ve nada de eso. Todo su ser está embargado por el dolor de haber perdido su hermano.

Hay un rostro celestial, Que si el rubor lo colora El corazon enamora, Y espresa el mas puro amor; Pero en cada despedida Palidece su semblante, Y mas que su lábio amante Me dice su turbacion.