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Eran tales las sensaciones que experimentaba el mísero don Pablo Aquiles, que cada palabra de la hermana era una gota de aceite hirviente que le caía sobre la piel; se quitó el sombrero y el abrigo, dejó el bastón sobre la mesa, volvió a sentarse y a levantarse, paseaba, se detenía a escuchar a misia Casilda, hizo ademán de subir a las habitaciones altas, para ahogar al calaverilla del hijo; pero se contenía y se sentaba otra vez, atusándose el bigote, mordiéndose los labios, palmeándose la calva reluciente.

Muchos de entre ellos han aprendido el español y saben escribirlo muy correctamente: en una palabra, la nacion de los Moxos es quizas la mas susceptible de civilizacion.

Me mostró una que ha llegado hace diez días y la tiene, en espera de su dueño. ¿Podría ser de Blair? pensé yo para . ¿Qué clase de letra era la del sobre? le pregunté. De tipo inglés, gruesa y pesada. Noté que la palabra signore está mal escrita. La letra de Blair era gruesa, porque, generalmente, escribía con pluma de ave. Tuve ansias de poderla ver.

1 Palabra del SE

Porque si bien se observa, no llego á su formacion sino pasando por diez, y repitiendo la coleccion diez, otras diez veces. Cada lengua tiene su palabra propia para expresar el diez, y la idea es una misma en todos los pueblos.

Recuerde que «el ceco» tiene malas intenciones, y proceda en conformidad a ellas. AddioInnumerables veces traduje, palabra por palabra, esta curiosa misiva. Me parecía llena de un significado y doble sentido ocultos.

El Canelo, con el rabo enroscado, marchaba delante, unas veces cerca, otras lejos, y parándose con frecuencia á ver si sus amos le seguían. Mientras no salvaron el puente caminaron en silencio. La condesa observaba con el rabillo del ojo y sonriendo picarescamente la actitud encogida y espantada de su acompañante. Al llegar á la carretera tuvo compasión de él y le dirigió la palabra.

Inocencio escribió a la Princesa una carta llena de razón y de dulzura, en la que se esforzaba por demostrar a la joven qué desagradable sería para la familia real contar con una «solterona» entre sus miembros. El cura recalcó la palabra «solterona» con entonación tan burlona, que la abuela y yo soltamos la carcajada.

El bulto negro, aquel bulto que parecia un sudario puesto de pié, estaba allí inmoble. ¡Pobre mujer! ¿Qué la sucederá? Esto exclamaba yo interiormente, cuando llegamos á la puerta de la lechería, y ambos entramos sin decirnos palabra, como llevados por un sentimiento comun.

Voy á escribírselo yo misma, inmediatamente. ¡Oh! Déjeme usted ese cuidado, tía mía, exclamó la joven. Eso no sería ni correcto ni conveniente, contestó Clementina. Parecería que te sustraías á mi jurisdicción y que hacías concesiones, cuando es él quien debe hacerlas ... ¡Oh! tía mía, nada más que una palabra al final de la carta ...