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Mientras tanto Pacha administraba una buena dosis de pellizcos y repelones á su hermanita ¡por rebelde! ¡por mentecata! y ésta protestaba también, aunque no con gritos, sino de un modo virginal con sentidos sollozos y lágrimas. Todo lo cual se celebraba en la tertulia con algazara.

Su padre Rodrigo había muerto, dejando á su familia en la mayor miseria; la corte mostraba frialdad, y por estas razones los encargados del rescate de cautivos, que fueron á Argel en mayo de 1580, sólo pudieron reunir una pequeña suma para redimir al más generoso de todos. Hassán había dejado el gobierno de Argel á otro Pachá, encaminándose á Constantinopla.

Al instante comenzó á llorar hilo á hilo quejándose amarguísimamente de su hermana Pacha, que aquella noche la había castigado con inusitado rigor en su misma cama, sólo porque Regalado había ido á tocar la flauta delante de su casa. Unos azotitos, ¿verdad? preguntó D. Félix pugnando por no reir. No; azotes no respondió inocentemente la coja.

Pacha, investido ya de los poderes civiles, quiso reunir á ellos el desempeño de las funciones religiosas: él era quien bautizaba, quien santificaba los matrimonios y enterraba los muertos, siendo á la vez el cura, el juez y el legislador de su colonia.

Solteras ambas, vivían juntas, manteniéndose de una escasa labranza y del trabajo de Maripepa que era habilísima tejedora. Todo lo que hilaban las mujeres en Entralgo y Canzana lo convertía ella en tela. Pacha, que le llevaba diez ó doce años, cosía por las casas y ejercía el mando de la suya.

A los seis ó siete meses, enteramente olvidada de que habia escapado á la muerte, tentó una segunda escursion con el mismo fin, y habiéndola hecho espiar Pacha por todas la direcciones con la órden terminante de aplicarle las terrible pena decretada por él, fué prendida cuatro dias despues, y ni sus lágrimas, ni su desesperacion pudieron enternecer á sus aprehensores, que la hicieron pasar incontinenti por el horrendo suplicio de ser enterrada viva.

Esta poblacion emigrante se alejó pues, conducida por Pacha, en busca de un recinto donde no pudiese llegar á ser descubierta; y habiendo traspasado los desiertos, finalmente se detuvo en una hondonada, á la que dio el nombre de Irimo: en este lugar, situado como doce ó catorce leguas al este de Aten, permanecieron estos indios mas de siete años sin que se les pudiese descubrir.

¡Ni mejor ni peor, bobalicona! ¿No ves que Regalado quiere divertirse á vuestra costa y hacer reir á la gente? exclamó con ímpetu la avinagrada Jeroma. Respondió Pacha con otras palabras no menos resquemantes y comenzó una batalla de sarcasmos y denuestos que Regalado procuraba atizar para que no se extinguiese tan presto. La alegre tertulia gozaba en el altercado.

Allí estaba el ingenioso Quino que casado recientemente con Eladia, encontraba ya harto pesada la dialéctica de su tío Martinán y sólo la soportaba porque algún día la tragaría la tierra y dejaría encima algunos doblones. Allí estaban Maripepa y su hermana Pacha, convencidas ambas de que antes de mucho tiempo se celebraría otra fiesta parecida para festejar la boda de la primera.

Pacha, que se constituyó jefe de la colonia, estableció una policía interior muy severa, distribuyendo los empleos segun la edad y los sexos; y todos los trabajos se hacian en comun, alternándose de modo que los que un dia se ocupaban del cultivo, al siguiente iban á la caza, y vice versa; así es que todos los productos se repartian por igual, como si no hubiese mas que una sola familia.