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Como Mercurio y Venus describen órbitas que se encuentran envueltas por las de la Tierra, parecen oscilar hacia una y otra parte del Sol; ya pasan delante del astro, y á veces sobre su propio disco, donde se las ve destacarse á manera de pequeñas manchas negras y redondas; ya pasan por detrás del Sol.

Así permanecieron mucho tiempo: María Teresa, apoyada en el respaldo del banco, con una mano en el rostro y la otra perdida en el manguito; Fernando de pie, intentando infundirla valor con palabras incoherentes. Los dos temblaban de frío sin darse cuenta de ello, estremecidos por el viento glacial que hacía oscilar los focos de luz.

Las trémulas llamaradas, que el fuego de la chimenea despedía, hacían oscilar fantásticamente, sobre las paredes del aposento, la sombra del viejo don Alejandro. Arrebujado éste en un sillón, al lado del ancho hogar, procuraba calentar su cuerpo, entumecido, no tanto por el mal tiempo que a la sazón hacía, cuanto por los años y penas que sobre él pesaban.

Mas nada me divertía tanto como ver a cada instante en la puerta de un jardín, dos mandarines panzudos que para entrar se hacían infinitas zalemas y cortesías, sonriendo, todo un ceremonial dogmático, que les hacía oscilar de un modo picaresco sobre las espaldas las largas plumas de pavo.

Llovía preguntas sobre Miranda, el cual daba pormenores de todo, esmerándose en divertirla, y entreverando con las explicaciones alguna terneza, que la niña escuchaba sin turbarse, pareciéndole naturalísimo que el esposo mostrase afecto a la esposa, sin que el más leve oscilar de su corpiño delatara la dulce confusión que el amor despierta.

Cual hosco toro que en lazada envuelto Se niega altivo á obedecer la fuerza, Y rebramando con furor se esfuerza, Y aspa y pezuña quiere allí clavar, Tal Pedro Obando con poder resiste Al férreo brazo de que está pendiente, Mientras el lazo entre los dos, crugiente, Se como una lámpara oscilar.

Nos encontramos como en un mundo nuevo, temible y fantástico á un tiempo, cuando recorremos la montaña entre la niebla. Hasta subiendo un sendero trillado, de fácil pendiente, experimentamos cierto miedo al contemplar las formas que nos rodean, cuyo incierto perfil parece oscilar en la bruma, que se va espesando y aclarando alternativamente.

Había pasado su vida en continua lucha con la marina real inglesa, burlando la persecución de los cruceros en su famoso bergantín repleto de carne negra, que transportaba desde la costa de Guinea a las Antillas. Audaz y de una frialdad inalterable, jamás le vieron oscilar sus marineros. Contábanse de él cosas horripilantes.

El caballero siente el escalofrío de la muerte, viendo en su mano oscilar la llama de un cirio. La procesión de las ánimas le rodea, y un aire frío, aliento de sepultura, le arrastra en el giro de los blancos fantasmas que marchan al son de cadenas y salmodian en latín.

Un presentimiento cruel, indefinido, de desgracia, de muerte, de tristeza, le atravesó el pecho, y en intensa y rápida visión observó la fealdad de la vida sin virtud ni sosiego, como el caballero de la leyenda que, abrazado a una dama joven y hermosa, al oscilar la luz por la fuerza del viento la veía transformada en vieja, descarnada y hedionda.