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Desdoblándolo cuidadosamente, descubrió por fin dos monedas de oro de a veinte dóllars, que alargó a la señora de Galba. Deja usted dinero encima bluló Fiddletown, yo encontrar monedas. Yo traer a usted en seguida. ¡Pero yo no dejé dinero alguno encima del boureau, John! dijo la obsequiada con sincero asombro. Debe haber equivocación. Serán de otra persona. Llévatelo, John.

Por fortuna, un cambio de postura desvía la sangre de ciertos sitios del cerebro, quedan libres los nervios oprimidos, sufren otros la presión y... Un bosque fantástico, cuyos árboles tienen, en vez de hojas, monedas de oro.

Atónito el criado le presentó los dos caminantes. Magnífico señor, dixo el ermitaño, no puedo ménos de daros las mas rendidas gracias por el agasajo tan noble con que nos habeis hospedado; dignaos de admitir esta palangana de oro en corta paga de mi gratitud.

Al Rey como obsequio de la Ciudad 223000 mrs. distribuidos en esta forma: «el paño de brocado que a su alteza se ovo a dar el día de su recibimiento 70000 mrs. e mas que le fizo seruiçio la dha. çibdad de mill doblas de oro castellanas que montaron a raçon de 153 mrs. cada una 153000 mrs.

Arqueros y hombres de armas se tendieron sobre cubierta, en cumplimiento de las órdenes del barón. Cerca de la proa colgaba de una robusta lanza el escudo de armas de Butrón, una cabeza negra de jabalí en campo de oro, y en el centro de la proa Reno el veterano clavaba el estandarte con las cinco rosas de Morel.

Montifiori rendía su culto a lo antiguo; además del gran salón Luis XV, con sus muebles tallados y dorados, vestidos de terciopelo de Génova color oro, y en el cual dos lienzos de la pared estaban ocupados por dos tapicerías flamencas, las demás habitaciones ofrecían el desorden más artístico que es posible imaginar.

72 Y lo que dio el resto del pueblo fue veinte mil dracmas de oro, y dos mil libras de plata, y sesenta y siete vestiduras sacerdotales. Y venido el mes séptimo, los hijos de Israel estaban en sus ciudades.

Hay que leerlo dos veces: y leer luego cada párrafo suelto: lo que hay que leer, sobre todo, con mucho cuidado, es lo de los pabellones de nuestra América. Una pena, tiene La Edad de Oro; y es que no pudo encontrar lámina del pabellón del Ecuador. ¡Está triste la mesa cuando falta uno de los hermanos! Un paseo por la tierra de los anamitas

Ver claro cuando está obscuro, y desembozar tapados, son dos cosas necesarias á todo buen hidalgo cortesano; y más en estos tiempos en que es tan fácil á medio rodeo dar con la torre de Segovia; ¡hermano Juara, vomita! No me atrevo: don Rodrigo... Ni acuña mejor oro que el que yo gasto, ni usa mejor hierro que el que yo llevo. ¡Pero don Francisco!

10 y lo pondrán con todos sus vasos en la cubierta de pieles de tejones, y lo pondrán sobre las varas. 11 Y sobre el altar de oro extenderán el paño cárdeno, y le cubrirán con la cubierta de pieles de tejones, y le pondrán sus varas.