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Buenas noches respondieron uno a uno, levantándose todos antes de concluir la comida, no sin empinarse el gascón dos o tres copas más de vino tinto. Sintiendo un vago e indefinible malestar, retirose cada cual a su aposento, a hacer sólo las oraciones, que las demás noches hicieran juntos, bajo la dirección del dominico, en la polvorosa capilla.

Asfixiado por el trágico hedor que desprendía el humano holocausto, tuvo, por fin, que levantarse, y, envolviéndose el rostro con la capa, se alejó a toda prisa en dirección a la ciudad, hablando consigo mismo y aglomerando oraciones y jaculatorias. La sombra ennegrecía los senderos.

Rezaba el cura, y a lo lejos parecían contestarle las ventanas del salón, bocas de luz que lanzaban arpegios de piano y trinos de romanza. Las oraciones fúnebres hablaban de la tierra, materia original, del polvo al que retornamos, del gusano compañero miserable de nuestro último sueño.

Godofredo no se hartaba jamás de describir la luz «filtrándose por los cristales de colores, la voz del órgano resonando en sus altas bóvedas, las oraciones de los fieles elevándose entre nubes de incienso, la flecha calada de la torre señalando como un dedo al cieloPor esta razón todas las damas caían en éxtasis cuando se hablaba de él.

Era la hora en que apenas se ve un transeúnte. Los vecinos de Lancia comen generalmente a las dos. A las tres están, pues, de sobremesa o reposando. Al final de Cerrajerías, en la esquina de la calle de Santa Lucía, está la iglesia de San Rafael, que tiene su entrada principal por aquélla. El conde penetró en el templo, después de tomar agua bendita, como el que va a hacer sus oraciones.

La atmósfera de la iglesia, con el olor del incienso y el cuchicheo inquieto de las oraciones, penetraba sutilmente los sentidos de Muñoz y se confundía con la vaguedad de su sentimiento.

Un murmullo de ayes y suspiros se levantó en la obscuridad de la estancia. Algunas mujeres sollozaron. El sol acababa de ocultarse, y blanda, lentamente, las parroquias tocaban las oraciones. Era un coro, un llanto continuo de campanas cantantes, de campanas gemebundas en el tranquilo crepúsculo.

Son palabras suyas; y estando ya de partida, escribió á un comisionero suyo, avisándole con confianza de lo sucedido y pidiéndole sus oraciones, añadió: Spiritus quidém promptus est, caro autem infirma.

Pero hubo tiempo y oraciones para todo y para todos; porque tras el rezo por el alma de su padre, rezó por la de su madre, y después por las de abuelos, y enseguida por las de todos sus parientes, y luego por las de cada uno de los míos, y, finalmente, por las necesidades de la cristiandad entera.

El maestro le daria al aprendiz de comer, beber, vestir, casa y lecho, enseñándole á rezar y á decir oraciones bien y cumplidamente. Lunes 14 Septbre. 1495 .