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Individualmente considerados, quizá faltaban a muchos los detalles menores, como dedos de la mano y pies, orejas, etc.; pero estas leves omisiones no le quitaban nada de su fuerza colectiva. El más hábil de entre ellos, no tenía más que tres dedos en la mano derecha; el más certero tirador era tuerto de solemnidad. Tal era el aspecto físico de los hombres dispersos en torno de la cabaña.

Ello supone una fusión completa, una identificación sin omisiones ni suturas, entre el dramaturgo y el comediante, un dilatado trabajo de penetración que éste habrá realizado para capturar cuantas vibraciones agitaron el alma de aquél.

Pero aquí el discurso del coronel, en el que se notaba la influencia de los licores, se enturbió hasta hacerse ininteligible e incoherente. Posible fuera que Lady Clara hubiese oído en casos semejantes algo parecido y por lo tanto estuviese dispuesta a suplir las omisiones e incongruencias del maduro galán.

Infinidad de acciones u omisiones, antes y después lícitas, eran penadas entonces con la pérdida de la vida, la libertad, los ojos, la lengua, las manos o los bienes. "Con respecto a la crueldad la evidencia sobreabunda, dice también Robertson. En Nuremberg se ha conservado una colección de instrumentos de tortura, empleados hasta la Reforma. Es un arsenal de horror.

Fermín Montenegro descendió de otro coche con don Ramón, el jefe del escritorio, y los dos se alejaron a un extremo de la explanada, como si huyesen del autoritario Dupont, que en medio del gentío daba órdenes para la fiesta y se enfurecía al notar ciertas omisiones en los preparativos. La campana de la capilla comenzó a voltear en su espadaña, dando el primer toque para la misa.

Yo podría suplir las omisiones, porque me es bien conocida la materia; pero esta conducta no sería galante ni acertada, por contravenir a aquel prudente acuerdo y caer en el peligro, que también teme la marquesa, de que resulte plato de estímulos insanos lo que debe resultar muy otra cosa.

Cané alguna razón para incurrir en esas omisiones: sea, pero confieso que no alcanzo cuál puede ser. Lo deploro tanto más cuanto que por las páginas escritas, se deduce con qué humour para emplear esa intraducible locución se habría ocupado de toda aquella literatura. Hay, pues, que contentarse con los rápidos bocetos que nos traza. Pero el Sr.

Pasadas dos semanas, advertían que se iba cansando; ya no había en su trabajo aquella corrección y diligencia admirables; empezaban las omisiones, los olvidos, los descuidillos, y todo esto iba en aumento hasta que la repetición de las faltas anunciaba la proximidad de otro estallido.