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Está ahora con los ojos obstinadamente humillados, por no recibir en ellos la imagen del abdomen, rotundo y endemoniadamente evocador, del señor Colignon. Pero, ¡mi Dios! exclama riendo el recién llegado , que ya le será a usté bien difícil olvidar y disimular.... Esta es una sucursal de la Rúa Ruera de otras veces. Belarmino está aquí; Apolonio está aquí; el usurero está aquí; usté está aquí.

Si ya sabía que andaba en grande con el chico de Esteven, pero ella no se lo perdonaba, porque no debía olvidar que aquella familia era enemiga de la suya y la causante de la triste situación en que se hallaban. Pero, ¿qué culpa tiene Jacintito, tía Silda? Es un excelente muchacho, muy alegre y muy trabajador, a pesar de su fortuna; ¡ha puesto un escritorio de corretajes en la calle Piedad!

La Campana mayor de la Catedral sonaba lúgubremente. Con la codiciada aurora, recobré la tranquilidad de espíritu. Trabajé todo el día en el archivo del Cabildo, en donde pude hallar los documentos que buscaba, y hasta llegué a olvidar los extraños sucesos de la víspera. Pero al llegar a mi habitación en la tarde, encontré que me aguardaba allí el Padre Montero.

Respecto á la duracion de accion, ya mucho tiempo que se la viene dando la misma importancia y aun los mismos límites que marcó Hahnemann. Bueno será advertir que seria injusto olvidar sus preceptos respecto á este asunto.

Yo me veía acosado por todas partes, me trataban todos aquí con acritud ó menosprecio. Usted sola alzó la voz, y la ha alzado varias veces después en favor mío, para decir que no era yo tan malo como creían. ¿cree usted que yo he olvidado, que podría, olvidar eso? No, señora. Yo seré todo lo que quieran; pero no soy ingrato.

No podré olvidar jamás aquella primera descarga en el bosque, aquel tiroteo que horadaba las hojas como el granizo en abril y señalaba las cortezas de los árboles. Un conejo pasó huyendo a todo correr a través del camino, arrancando matitas de hierba con sus uñas extendidas. Una ardilla descendió precipitadamente de un castaño, dejando caer castañas aún verdes.

Allí estaban la tía Brígida, la tía Jeroma, Elisa y la vieja Rosenda, que deseando hacer olvidar sus desacatos antiguos, se inclinaba sonriente y melosa delante de Flora y le besaba las manos. Detrás del enorme corro de la gente, con el rostro ceñudo y sombrío, hallábase el homicida Bartolo.

¿Cómo he de olvidar lo que hiciste conmigo? Bueno..., ¿qué buscas, qué pretendes? ¿La satisfacción de oírme que hice mal? ¿que te diga que me arrepiento? ¿que ni siquiera me porté como caballero? Corriente; no merezco ni lástima...; humíllame, véngate cuanto quieras; pero, ¡por Dios, Cristeta, vida mía! ¿a quién has querido, de quién eres...? ¡yo no puedo vivir así!

¿Cómo pintar tu rubia cabellera Que en ondas de oro baja de tu frente, Sin las hebras de luz del sol ardiente Cuando espléndido brilla en alta esfera? Sin el sereno azul del firmamento ¿Cómo pintar de tu ojo la dulzura, Y esa mirada cariñosa y pura Que hace olvidar al hombre su tormento?

No tengo bien ni le espero, Ni en mi tierra siento quien Me pueda hacer algun bien. Pues yo no me desespero. Dios nos ha de remediar, Hermanos, mostrad buen pecho, Que el Señor que nos ha hecho, No nos tiene de olvidar. Roguemosle como á padre Nos vuelva, y á nuestra Señora, Pues es nuestra intercesora Su madre, que es nuestra madre.