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Porque que eres sabida, en que me quieres me afirmo; que nunca fue desdichado amor que fue conocido. Bien es verdad que tal vez, Olalla, me has dado indicio que tienes de bronce el alma y el blanco pecho de risco. Mas allá entre tus reproches y honestísimos desvíos, tal vez la esperanza muestra la orilla de su vestido.

Olalla, conservaron sus antiguas denominaciones; los demas recibieron dedicaciones nuevas. Esto debió suceder con mucha mas razon en las iglesias de la Almedina ó parte alta de la ciudad que habian conservado los sarracenos convirtiéndolas en mezquitas . No se crea que los templos de los visigodos anteriores á la invasion islamita eran pobres y de tosca arquitectura.

7 La corte en el valle, de D. Francisco Avellaneda, D. Juan de Matos Fragoso y D. Sebastián de Villaviciosa. 8 Amar y no agradecer, de D. Francisco Salgada. 9 Santa Olalla de Mérida, de D. Francisco González de Bustos. 10 Merecer de la fortuna, ensalzamientos dichosos, de D. Diego de Vera y D. José Ribera. 11 Muchos aciertos de un yerro, de D. José de Figueroa.

Y, sin hacerse más de rogar, se sentó en el tronco de una desmochada encina, y, templando su rabel, de allí a poco, con muy buena gracia, comenzó a cantar, diciendo desta manera: Antonio -Yo , Olalla, que me adoras, puesto que no me lo has dicho ni aun con los ojos siquiera, mudas lenguas de amoríos.

Olalla, ó Eulalia, que refiere S. Eulogio estaba situada en el arrabal Fragelas, estramuros de la ciudad, del cual hoy nadie conserva memoria. Dícese sin embargo que el antiguo templo y monasterio de Sta. Olalla fué dado á S. Pedro Nolasco en 1252 por S. Fernando para que fundase en él el convento de padres mercenarios, los cuales fueron vulgarmente llamados por mucho tiempo los frailes de Sta.

Olalla. Segun esto, ya es fácil señalar hácia qué parte caía el arrabal Fragelas. Otras iglesias habia en Córdoba durante la ocupacion sarracénica, pero por lo visto no merecieron la celebridad que estas, ni se conservó la memoria de sus respectivas dedicaciones.

Este tema literario, tan universalmente famoso, es tratado por Lope en su comedia La envidia de la nobleza. Cartama, y no Cártama, como se dice hoy. Puesto que. Igual a aunque. Bello, Gramática, 1268. "Yo , Olalla, que me adoras, Puesto que no me lo has dicho..." Quijote, parte primera, cap. XI. CLÁSICOS CASTELLANOS, tomo I, pág. 257.

La de los santos mártires Fausto, Januario y Marcial, que se llamó luego de S. Pedro; la de los santos patronos de Córdoba Acisclo y Victoria, y la de Sta. Olalla extramuros de la ciudad. Asi debió suceder con las de S. Andrés, Sta. Marina, la Magdalena, S. Lorenzo, Santiago, S. Nicolás de la villa, y las demas que creemos existían antes de la reconquista. Véase la lámina Iglesia de Sta. Marina.