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La baronesa de Rag, una belga de pelo castaño y ojos claros, bastante gruesa, preguntaba a Osorio los nombres de los objetos que había sobre la mesa. Hacía poco tiempo que estaba en España y apetecía con ansiedad conocer el castellano. Clementina y el barón hablaban en francés.

Pero como felizmente nos es dado examinarlas con nuestros ojos, averiguamos que el juicio del literato carece de racional fundamento. No ya Lope de Vega, sino otros poetas menos célebres, son infinitamente superiores á Mira de Mescua. No le falta, por cierto, imaginación é inventiva, pero verdadera poesía, cualidad de más subido precio que aquéllas.

Vírgenes de ojos desmesuradamente abiertos, como asombradas de haber nacido, con los labios azules y las encías de ese rosa pálido que revela la miseria de la sangre. El pelo triste y sin brillo asomaba alborotado bajo el pañuelo, guardando en sus marañas briznas de paja y granos de tierra.

Al llegar aquí, volvíme casualmente hacia el Duque de Cantarranas: estaba pálido de emoción, una lágrima se asomaba á sus ojos verdes, semejando viajera gota de rocío que se detiene á reposar en el cáliz de una lechuga. Sentíame yo confundido, anonadado ante la pasmosa inventiva, la originalidad, el ingenio de aquella mujer, junto á quien las Safos y Staëlas eran literatas de tres al cuarto.

Ella escudriñó su conciencia, llena de pequeñas acciones inocentes, y la infeliz se reprochó mil faltas imaginarias, y al día siguiente estuvo desempeñando sus quehaceres domésticos toda cabizbaja y con ojos llorosos. Antes de que el ministro hubiera tenido tiempo de celebrar su victoria sobre esta última tentación, experimentó otro impulso no ya ridículo, sino casi horrible.

Ahora no diréis como yo que es un digno convento el convento de Santa Magdalena; porque, en fin, figuraos una pobre joven encerrada en él, con sus diez y ocho años, sus ojos negros y su corazón español que late bajo su escapulario. A primera hora, maitines, una larga plegaria en una iglesia sombría y helada; después vísperas, después la misa, después la novena, después el Angelus ¿y qué yo?

Alicia le miró con unos ojos lacrimosos que reflejaban las vacilaciones de su pensamiento. Al fin pareció decidirse. no has cambiado dijo con voz sorda , pero yo soy distinta. El infortunio ha hecho de otra mujer. Yo misma no me reconozco... Una idea fija me domina. Tal vez es absurda; si te la digo, que vas á protestar con justa indignación.

No suele empezar la corrupción por las mujeres, pero el hombre les atribuye toda la culpa; y el vínculo natural y santo, que él huella y profana el primero, es a sus ojos la fuente y origen de todo mal. Hoc fonte derivata clades.

Pero un día de mucho calor, ¡castigo de Dios! pasó junto a un río y le entraron ganas de darse un baño. En el agua flotaban dos caballos muertos, cosa mala. Al salir del baño le dolían los ojos: a los tres días era ciego.

Miraban al trasluz el aguardiente, y con los vasitos en alto y los ojos elevados, como si les hipnotizase el blanco líquido, hacíanse mutuas confidencias, arrastrando las sílabas trabajosamente. El más viejo estaba desengañado; le habían «lacerado » el corazón; lo juraba y perjuraba, dándose terribles puñetazos sobre el pecho, que sonaba como un tambor.