United States or Namibia ? Vote for the TOP Country of the Week !


El relato que hizo Neluco al amor de la lumbre y vestido ya con ropas mías, fue lacónico, expresivo y pintoresco en sumo grado; y bien puede asegurarse que aun sin estas excepcionales condiciones, no le hubiera faltado la hondísima atención con que le oímos mi tío, sus dos criadas y yo.

Esta señora dijo una frase que se quedó grabada en la mente de cuantos la oímos, grito absurdo y dolorido del egoísmo contra la maternidad, y que si no fuera una paradoja, sería blasfemia contra la Naturaleza y la especie humana.

Estaba pálida como una muerta, desgreñada como una loca, trémula y llorosa como una mujer deshonrada. Allí oimos cosas que no olvidarémos, y de que no podemos dar parte á nuestros benignos lectores. Llegamos, por fin, á nuestro hotel. Pagué al cochero siete francos, uno de propina, y subimos á nuestra habitacion, que nos pareció el templo de la Paz. ¡Qué silencio tan apacible! ¡Qué dicha!

A veces, un golpe de mar violento hacía estremecerse a todo el barco, y, entonces, los hierros y argollas, la rueda del timón y la obra muerta, rechinaban como con una protesta de malhumor. ¿Podremos salir de aquí sin tomar el canal por donde hemos entrado? pregunté yo. Con la marea alta saldremos más fácilmente dijo Recalde. En esto oímos un crujido fuerte. ¿Qué pasa? nos preguntamos los tres.

Todos prestamos oído, y con infinita admiración oímos que el coro de ¡Magdalena! se repetía a la otra parte de la pared, juntamente con el final e infame grito del hibernés. ¡Extraordinario eco! dijo el juez. ¡Extraordinario y remaldito! exclamó el conductor, con desprecio. Sal ya de ahí, Magdalena, y muéstrate en persona de una vez. humana.

Apretando el paso, oímos ya cerca del pueblo prolongado rumor de voces, algunos tiros de fusil, pero no descargas de artillería. Bien pronto nos fué imposible seguir por el arrecife, porque la retaguardia francesa nos lo impedía, y siguiendo el ejemplo de los demás paisanos, nos apartamos del camino, corriendo por entre viñas y sembrados, sin poder acercarnos a la villa.

Al día siguiente de llegar, Allen, Ugarte y yo comenzamos a descubrir las avenidas del jardín y a arrancarles la hierba y a enarenarlas; luego nos dedicamos a limpiar los perales, en forma de abanico extendidos delante de las tapias. El domingo oímos la misa en la capilla, y después yo estuve registrando la biblioteca.

Mi cuerpo y mi corazon, dixo el rey á Zadig... Oyendo estas palabras no pudo ménos el Babilonio de interrumpir á su magestad, y de decirle: ¡Ouanto celebro que no hayáis dicho mi alma y mi corazon, porque no oimos mas voces que estas en las conversaciones de Babilonia, ni leemos libros que no traten del corazon y el alma, escritos por autores que ni uno ni otra tienen; pero perdonadme, Señor, y proseguid.

Azorín ha dicho: Pepita, me marcho. Pepita se ha vuelto sobresaltada y ha exclamado: ¡Ay, Azorín! ¿Usted se marcha? Y le ha mirado fijamente con sus anchos ojos azules. Parecía que con su mirada le acariciaba y le decía mil cosas sutiles que Azorín no podría explicar aunque quisiera. Cuando oímos una música deliciosa, ¿podemos expresar lo que nos dice?

Al cuarto año cesó de escribirnos. ¿Había sucumbido al rigor del clima? ¿El amor que por todas partes seguía su fortuna le había hecho robar alguna princesa rusa? No lo pudimos averiguar, y hasta mucho tiempo después no tuvimos noticias suyas, ni oímos hablar más del pobre Gerardo, de mi maestro de música.