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Cuando yo esto, como siempre tuve altos pensamientos, volvíme a ella, y dije: "¡Ah madre!, pésame sólo de que algunos de los que allí se hallaron me dijeron que no tenía que ofenderme por ello, y no les pregunté si era por la poca edad del que lo había dicho." Y dijo: "¡Ah, noramaza! Muy bien hiciste en quebrarle la cabeza; que esas cosas, aunque sean verdad, no se han de decir."

Pero ahora no somos libres y la sombra de cualquier sospecha que se interponga entre nosotros puede ocasionar nuestra desgracia. Considéralo, Tristán, medita que ya no puedes hablarme de ciertas cosas sin ofenderme gravemente. Quisiera creerte, Clara.

Era imposible dudar ya de que la ofensa había venido directamente de ella. A pesar de que tenía la mirada fija en la mesa, sentía sobre los ojos de Suárez, observándome, serios y recelosos. Levanté al cabo la cabeza y dije gravemente: Está bien. Puesto que es ella sola la que ha querido ofenderme, nada de lo dicho. Quede usted con Dios.

Quiero encarar frente á frente mi destino para quitarle sus trazas de espectro; quiero también abrir mi corazón, donde desborda el pesar, al único confidente cuya piedad no puede ofenderme, á ese pálido y único amigo que me contempla... á mi espejo. Quiero, pues, escribir mis pensamientos y mi vida, no con una exactitud cotidiana y pueril, pero sin omisión seria, y sobre todo sin mentira.

No volveré á ofenderos, ni siquiera á hablar, dijo la joven, pero quisiera continuar en vuestra compañía hasta salir del bosque. ¡Vos no podéis ofenderme! exclamó Roger alborozado al verla. Lejos de eso, yo soy quien debí refrenar la lengua.

Señor mío dijo el alférez, retorciéndose su mostacho , yo soy un hombre que lo tomo todo con mucha calma, que antes de tirar de la espada, miro si hay motivo para ello, y que antes de ofenderme de las palabras de otro hombre, procuro conocer en qué estado se halla al decirlas. Vos estáis irritado, no si con razón ó sin ella.

Y en la voz tenía sollozos que se esforzaba en disimular. Pero un nuevo regalo ha venido a agregarse a los demás dije. Y también mis palabras estaban medio ahogadas por las lágrimas. ¡Bien! Me lo darás mañana replicó, ya estoy desvestida. Pero ese regalo es mío dije. Y, como en la bondad de su corazón, temió ofenderme, no obstante su inmenso dolor, me abrió la puerta.

Pues ese desdichado ha tenido un rasgo, para salvar a su padre de la miseria, que no si Vd. sabrá apreciar, ocupado, como aquí está, en cosas más serias... Supongo que no habrá Vd. venido a ofenderme ni a profanar esta santa casa repuso el cura, poniéndose en pie. Millán continuó imperturbable, hablando sin levantarse de su asiento.

Ha sido desde entonces acá su devoción para cada vez más fina, espiritada y sublime, en tales términos que jamás me lo ha manifestado sino en palabras respetuosísimas, temiendo ofenderme; y en los años que nos conocemos ni una sola vez me ha tocado las puntas de los dedos.

¿Tienes confianza en ? ¿Crees que yo puedo ofenderte, sea cual fuere lo que te diga? No, alma mía. Habla sin miedo. Mira, Pepe: yo tengo ahorritos de lo que papá me da todos los meses para alfileres: muy poco... ¿lo quieres? No para , no; para tu padre. No, vida mía, gracias: no quiero nada. Pues dime que no te ofendes porque te lo haya dicho. no puedes ofenderme, aunque quieras.