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Con su infinito poder decorativo, trasforma lo que antes era oscuro lecho, ocupado por un mancebo, en altar fantástico y resplandeciente donde reposa la juventud.

Descripciones que hacen de este edificio nuestros escritores antiguos, y algunas noticias curiosas sobre su distribucion interior. Es verdaderamente doloroso, que nuestros escritores no se hayan ocupado como debieran en describir este monumento.

¡Quién sabe, señor!... Mire que en el pueblo es el mismo aire y puede que alguien no tenga ganas... ¡de comer! No habría de ser por culpa mía. No digo tanto, don Lorenzo... es un decir, no más... ¿no le parece, don Ricardo?... ¿De qué hablaban?... ¡Cuerpeador, el señor!... No, Baldomero; es que estoy ocupado con esta costilla y no atendía... por sacarle... ¿Quieres más asado?...

El otro departamento, compuesto de dos piezas, estaba ocupado por un hombre solo. Era un ruso ó polaco, que volvía casi siempre con paquetes de libros y pasaba largas horas escribiendo junto á una ventana del patio. El español le tuvo desde el primer momento por un hombre misterioso que ocultaba tal vez enormes méritos: un verdadero personaje de novela.

¿Está usted ocupado? preguntó. ¿Puede venir conmigo? Y al significar aquél su asentimiento, con su antigua manera voluntariosa y decidida, dijo: Venga pronto, pues. Salieron precipitadamente, y penetraron en el oscuro camino. Al entrar en el pueblo, el maestro le preguntó a dónde iban, y ella contestó: A ver a mi padre.

Aunque fuese muy celoso, más por amor propio que por su amor a Juana, nunca se había ocupado de desconfiar de su amigo Monthélin, quien, sin embargo, tan cerca se había hallado de comprometer su honor, pero en cambio, con el tacto habitual de su cofradía, no dejó de abrir desmesuradamente los ojos, ante la intimidad irreprochable de su mujer con Jacobo de Lerne.

V. m. me avise de su salud y de la de mi señora doña María, y me mande en que le sirva, que siempre me tendrá muy suio; a el amigo Tomás de Peña de V. m. de mi parte muchos recados, que como io andube tan ocupado y me bine tan de prisa no le pude ver. Por acá no ay cosa de que poder abisar a V. m., sino que Dios me le g.de muchos años como desseo. M.d y Jullio 3 de 1660. d.

Dichosos los ojos que ven a usted prosiguió doña Inés . Hace no cuántas semanas que no pone usted los pies aquí. ¿Qué negocios le traen a usted tan ocupado? ¿Qué le ha caído a usted que hacer que no le deja siquiera una hora o dos libres por la noche para venir a mi tertulia, verme y darme el gusto de que yo le vea, echar algunas manos de tresillo o tener un rato de agradable conversación con el padre Anselmo y con los demás señores que honran mi casa con su presencia?

Por lo contrario, si por casualidad surgía la idea de un proyecto que sin duda la había ocupado en otro tiempo, parecía haberlo dado al olvido enteramente o no haberlo tenido nunca. Algunas veces, solamente, contemplaba a Julia con una expresión más tierna que revelaba tristeza.

Mientras pensaba en el marido abstracto todo iba bien; sabía ella que su deber era amarle, cuidarle, obedecerle; pero se presentaba el señor Quintanar con el lazo de la corbata de seda negra torcido, junto a una oreja; vivaracho, inquieto, lleno de pensamientos insignificantes, ocupado en cualquier cosa baladí, tomando con todo el calor natural lo más mezquino y digno de olvido, y ella sin poder remediarlo, y con más fuerza por causa del disimulo, sentía un rencor sordo, irracional, pero invencible por el momento, y culpaba al universo entero del absurdo de estar unida para siempre con semejante hombre.