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El rei don Enrique II en las Córtes de Toro año de 1371 dispuso que además de llevar los judíos una señal para ser conocidos , se abstuviesen todos los observantes de la lei de Moisés de usar los nombres que solían tener los cristianos. Tambien declaró que sus testimonios en las causas que se formaren contra estos, no fueren de ningun valor i efecto.

Francisco de Sosa, General de la Orden de religiosos observantes, Obispo de Canarias y Consejero del Santo Oficio, para que le alcanzara salvoconducto con que presentarse voluntariamente en las cárceles del Tribunal á la defensa de su causa, y con su aquiescencia dirigió memorial al Consejo en 22 de septiembre de 1611.

I así para sosegar los ánimos de los que andaban alborotados con la mucha libertad que tenian los judíos, así de los cristianos nuevos como de los contumaces aun de su lei, dispuso en las Córtes celebradas en Toledo el año de 1480 que todos los observantes de la lei de Moisés viviesen apartados de los que guardaban la de Cristo, i que trajesen las señales prevenidas por las antiguas ordenanzas.

Fuera de esto les mandaron poner en sus sinagogas unos grandes cedulones DE ESCOMUNION al uso de los observantes de la lei de Moisés, fulminada contra todos los judíos que sabiendo los nombres de aquellos convertidos en otro tiempo que ahora andaban desviados de la religion cristiana, no los delatasen al santo i piadoso tribunal.

El andar tan sobre el pueblo en daño de los malaventurados judíos nació de las predicaciones que hacia el arcediano de Ecija en Sevilla don Fernando Martinez, en las cuales hablaba de las usuras que para mal de los cristianos llevaban en sus préstamos i ventas al fiado; i por último se servia de tan vivos colores al pintar las maldades de los observantes del rito mosáico, que muchos de la plebe, siempre novelera, viendo en la destruccion de estos un acto de piedad i un servicio hecho al Dios crucificado, los mataban en las calles sin temor i vergüenza, i con entera libertad.

Así pues, no te parecerá temeridad, mi buen lector, el suponer que los monasterios de que vamos tratando, los principales al menos, como el Tabanense, tan encomiado por la esplendidez con que habia sido fundado, fuesen en su fisonomía arquitectónica general semejantes á los que fuera de España alcanzaban por aquellos tiempos mas fama de observantes, edificados tambien en la aspereza de las montañas.

El primero de la misma naturaleza de los indios, que siendo sumamente recelosos del español, muy tímidos y observantes de sus ritos como leyes inviolables, segun lo advierte Francisco Agurto, á fojas 98 vuelta, y en su declaracion de fojas 96, no es inverosimil persuadirse, que ya que descubren el secreto, para ellos misterioso, y de la mayor gravedad, varien en una ú otra circunstancia.