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Es más: habían corrido á él, haciendo espontáneamente la mitad del camino, acosándole sin orden, obligándolo, por un pundonor varonil, á sobrepasarse en sus fuerzas con una prodigalidad que hacía doloroso el placer... ¡Y todas eran iguales! El comprendía el espejismo de la ilusión en los que admiran desde lejos lo que no pueden conseguir.

Aquellas buenas señoras, aunque se trasladasen á Bilbao ó fueran á vivir al otro extremo del mundo, no querían otro médico que el doctor Aresti, obligándolo á ir de un lado á otro como un comisionista de la salud. ¡Maldito carácter que no le permitía negarse á nada!

Hasta los señores de Madrid que gobernaban el país le buscaban y mimaban para que prestase ayuda al Estado en sus apuros y empréstitos. ¡Y el doctor Aresti, amado por Sánchez Morueta con un afecto doble de padre y de hermano, se empeñaba en vivir fuera de su protección, más allá de la lluvia de oro que parecía caer de su mirada y que hacía que los hombres se agolpasen en torno de él, con la furia brutal de la codicia, obligándolo á aislarse, á permanecer invisible, para no perecer bajo el formidable empujón de los adoradores!... La única merced que el médico había solicitado de su poderoso pariente, era el establecimiento en la cuenca minera de un hospital para los trabajadores que antes perecían faltos de auxilio en los accidentes de las canteras.

Con éste, que era de su color y su sangre, mostrábase autoritaria la buena señora, obligándolo a correr detrás de Nélida. El doctor Zurita, arrellanado en un sillón, seguía con los ojos entornados las espirales de humo de su gran cigarro. Las damas de su familia hablaban con otras argentinas de las mesas inmediatas.

La ciencia rige a la humanidad como sucesora de la fe, pero los ricos se han apoderado de sus descubrimientos y los monopolizan para perpetuar su tiranía. En el mundo económico se han hecho dueños de las máquinas y demás progresos, empleándolos como cadenas para esclavizar al obrero, obligándolo a un exceso de producción y limitando su jornal a lo estrictamente necesario.

El instinto reprimido, al no encontrar el fruto sano y hermoso en plena madurez, buscaba en su aberración el verdor agrio que excita los nervios. Los directores de la vida en aquel país la descoyuntaban formándola á su gusto, haciendo un crimen del instinto del sexo, obligándolo á refugiarse en inmundos rincones.

Nada se oía: sólo el viento agitaba a veces el ramaje de los árboles vecinos, obligándolo a chocar contra las persianas; la luz intensa desparramaba su claridad hasta los rincones, y sobre el paño oscuro que cubría la mesa, las cuartillas, unas vírgenes de plumadas, otras ya escritas, atestiguaban de la laboriosidad de Pepe.

Pero antes de darse la batalla decisiva, en la cual han de pelear el padre contra el hijo, Don Nuño atrae á Sancho á una conferencia, se descubre y le conjura á que abandone la defensa de la Reina; pero él permanece fiel á su deber, y, cuando intenta dar la señal del ataque, su ejército se pronuncia en favor de Don Nuño, obligándolo por necesidad á no hacer armas contra su padre.

La dulzura de su carácter, el odio que le inspiraba la violencia después de sus tres años de guerrillero, le hacían apartarse de los nuevos camaradas, que soñaban con hecatombes por la dinamita y el puñal para aterrar al mundo, obligándolo a aceptar por el miedo las nuevas doctrinas. No; él confiaba en la fuerza de las ideas y en la inocente evolución de la humanidad.

Adivinaba el toro un peligro en este pequeño túnel que se presentaba ante él como paso obligado. Sentía en su parte trasera los continuos pinchazos que le soltaban desde las galerías, obligándolo a avanzar; veía ante él dos filas de gentes asomadas a los balconajes, las cuales le excitaban con sus manoteos y silbidos.