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Ya que me obligas a ello, te lo diré: me parecen simplezas; lo que no me acomoda, es que señales y repitas a la muchacha esa claridad y desnudez con que algunos de vuestros libros abren los ojos a quien los tiene cerrados, ensuciando la inocencia y despertando ideas torpes en quien jamás las tuvo. ¡Cuánta ceguedad!

Yo, aunque moro, bien , por la comunicación que he tenido con cristianos, que la santidad consiste en la caridad, humildad, fee, obediencia y pobreza; pero, con todo eso, digo que ha de tener mucho de Dios el que se viniere a contentar con ser pobre, si no es de aquel modo de pobreza de quien dice uno de sus mayores santos: "Tened todas las cosas como si no las tuviésedes"; y a esto llaman pobreza de espíritu; pero , segunda pobreza, que eres de la que yo hablo, ¿por qué quieres estrellarte con los hidalgos y bien nacidos más que con la otra gente? ¿Por qué los obligas a dar pantalia a los zapatos, y a que los botones de sus ropillas unos sean de seda, otros de cerdas, y otros de vidro? ¿Por qué sus cuellos, por la mayor parte, han de ser siempre escarolados, y no abiertos con molde? Y en esto se echará de ver que es antiguo el uso del almidón y de los cuellos abiertos.

Un escándalo ahora, te pondría en ridículo... ¡Pues aunque así sea! exclamó el joven con rabia. Quiero tener el gusto de arrojarle de casa. Me obligas a decirte, Gonzalo replicó doña Paula con impaciencia y autoridad, que no tienes ningún derecho a hacerlo. Ni le has invitado, ni eres el dueño de la casa... El joven se puso colorado.

De DON ANTONIO DE PAREDES trato, A quien dieron las musas sus amigas En tierna edad anciano ingenio y trato. Este que por llevarle te fatigas, Es DON ANTONIO DE MENDOZA, y veo Quanto en llevarle al sacro Apolo obligas.

Vendré al frente de mis hombres y te arrebataré á mano armada, si á ello me obligas. Arriesgaré en esta lucha mi vida y la suya, pero les pagaré lo que haga falta y no vacilarán... ¡Decide! Pues bien, te obedezco, dijo Jacobo con repentina resolución. Para evitar tantas desgracias, me expondré yo solo al peligro... ¡Pero, qué riesgos!

¡Eterno Dios!, que azotas y castigas Los hombres por razones esquisitas, Que de tormentas, hambre, sed, fatigas, Trabajos, guerras, cosas infinitas He visto? Y Señor, que mas obligas Aquel á quien castigas, y le incitas A que ande entero siempre en tu servicio: Mas no conoce el malo el beneficio.

Los pocos años disculpan ciertas demencias, cuando de ellas se saca el honor puro y el corazón sano. ¿Para qué me obligas a repetir lo que quiero olvidar, si sólo con recordarlo paréceme que no merezco este bien que hoy poseo, , niña mía?