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No hay más que pensar en que tenía bajo su inmediata inspección a varias actrices secundarias, o sean racionistas, y que aun las principales veíanse obligadas a estar con él en una relación constante. De donde resultaban a menudo algunos disgustillos y desórdenes que se hubieran evitado si nuestro traspunte tuviese un temperamento menos inflamable.

Como la condesa declamaba con vehemencia, las dos señoras se veían obligadas á elevar un poco el tono de su voz, y el ingeniero, que era de oído sutil, pudo enterarse de lo que decían. Sería preferible murmuraba una de ellas que en vez de regalarnos con versos, preparase un buffet mejor para sus invitados. La otra protestó. En casa de la Titonius, la mesa era más peligrosa cuanto más abundante.

Ahora, los vestidos femeninos eran muy cortos y las piernas se mostraban descubiertas con tranquilo impudor. La guerra recortaba las faldas, como si las mujeres, obligadas á correr en pleno campo, hubiesen tomado por modelo á la antigua cantinera.

«Hallándonos con este superior decreto que con la mayor veneración y rendimiento obedecemos; y siendo de nuestra obligación el poner todo nuestro desvelo y cuidado en el servicio de Nuestro Rey y Señor natural, aunque sea á costa de nuestras vidas, manifestando el debido vasallaje y lealtad de agradecidos hijos y afortunados vasallos de un Rey y Señor, de cuya soberana mano viven tan reconocidas y obligadas, nuestra seráfica religión y apostólica provincia de San Gregorio.

Todos gritan, hormiguean al pié de la fuente, se restregan, se apostrofan; pero al echar sobre la espalda el barril de agua, recobran no qué del aire paciente de la mula de carga. Al dar con una callejuela, de esas que son las vias de comunicacion obligadas entre dos grandes calles, tropezais con un enjambre de curiosos tipos.

Veíanse obligadas á una vida de harem; siempre mujeres con mujeres, viendo sólo al hombre en el preciso momento del deseo; y el hábil jesuíta se presentaba como un remedio á su tristeza, entretenía su fastidio con una devoción dulzona y afeminada, era el eunuco guardián, el verdadero amo, dirigiendo á su antojo al tropel de odaliscas cristianas.

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Es un hombre amable añadió el doctor; un poco huraño, excelente, sencillo y discreto, pródigo en servicios y muy parco en palabras. Todo lo que puedo decirle a usted es que conozco tantas personas obligadas a él como habitantes hay en la comuna. La noche que siguió a aquel día de campo fue tan hermosa y tan espléndidamente límpida que no parecía si no que aún estábamos en pleno verano.

Si se conservan en concurrencia con las primeras, tanto mejor para sus autores; pero si se ven obligadas á ceder, la emulación excitará á aquellos á trabajar con más ahinco, y á aprender, de sus derrotas, que únicamente lo mejor y más selecto es lo que encuentra aceptación y aplauso.