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Nunca fué posible después que le pidiese perdón, según exigía la superiora. Prefirió estar recluída un mes, a humillarse. Los primeros meses que pasó en casa de su padre fueron de prueba para la buena D.ª Carmen.

Nunca habia girado un planeta mas hermoso al rededor del sol: su curso era libre y regular, ningun astro mas benefico existia en el espacio.

La salud de doña Luz era insolente de buena. Ni un dolor de cabeza nunca. D. Anselmo era un hombre despejadísimo, y no sólo hábil e instruido en su profesión, sino de variada lectura y de singular facilidad de palabra. No se extrañe que con tales dotes fuese médico en un lugar. O la fortuna no le había sonreído, o su genio indómito y arisco se había opuesto a que se encumbrase.

Todos los dias venian quejas á la corte contra el Itimadulet de Media, llamado Irax, gran potentado, que no era de perversa índole, pero que la vanidad y el deleyte le habian estragado. Raras veces permitia que le hablasen, y nunca que se atreviesen á contradecirle.

¡Hum!... ¡es una suerte! ¿Quieres decirme ahora porqué a pesar de mis lecciones y consejos, te has comportado anoche de una manera tan inconveniente? Especificad las acusaciones, tío. Sería cosa de nunca acabar, pues todo lo que has hecho, ha sido inconveniente; parecías una loca.

Cuando representan pésimamente una comedia, cuando cantan rabiando una ópera, cuando es la decoración mezquina, ¿por qué no levanta su voz? Con gente del teatro nunca se las haya usted. Cervantes lo dijo. Nunca les falta algún campeón que defenderá su pleito, campeón formidable.

Sin dejar de ser un palacio grandioso, un monumento colosal, tiene algo de la humilde casa de los Pilares, algo de la pobre barraca del Sena, del primitivo locutorio; algo de aquello que pasó para la arquitectura, que no ha pasado, que no pasará nunca para el espíritu del hombre; sobre todo, para el espíritu de los pueblos.

Dijo: Sépase el perro usurero que harto se me alcanza hacia donde encamina su intención, y sépase también que, aunque juntara todo el oro que ha robado hasta aquí, y el que ha de robar en lo venidero, por arte de su puerca avaricia, nunca tendría con qué pagar un añico, tan sólo, de estos retratos, que valen para mucho más que todas las riquezas de las Indias.

Visitación también iba de tarde en tarde, la Marquesa casi nunca, y así de todos los amigos y amigas; el Magistral y sólo el Magistral. Aquel buen señor «hacía el vacío» en derredor de la Regenta. Ella estaba contenta, no parecía echar de menos a nadie; pero él, don Víctor, no era de la misma opinión; quería trato, conversación, amena compañía.

Creyó, como nunca, con más vehemencia que nunca, que aquel hombre y su Cristo muerto se parecían. Imaginó, o vio en efecto, que el Padre, inmóvil, sentía y comprendía allá en su interior, y que la miraba haciendo un esfuerzo para dominar aún, con el brío de la voluntad, los nervios y músculos inertes que ya no le obedecían.