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Es muy difícil á veces distinguir los dolores de la brionia de los de la nuez vómica, del zumaque, etc.; es necesario para esto recurrir á la diferencia de su ritmo, segun las observaciones que hemos hecho antes.

2. ¿A qué substancia reemplaza el marfil vegetal? 3. ¿Dónde se encuentra como árbol silvestre la tagua? Descríbase este árbol. 5. ¿A qué otro fruto se parece el de la tagua? 6. ¿Cuántas bayas echa cada árbol? 7. ¿De qué tamaño son las bayas? y ¿cuánto pesan? Descríbase la baya. Hágase la descripción de la nuez. 10. ¿Cuántas nueces contiene cada baya? Descríbase el líquido que contiene la nuez.

El verdadero coco mura es aquel cuya carne no ha llegado á solidificarse en el interior de las paredes ó chiretas de la nuez. Hay una clase de estas nueces ó cocos muy especiales, llamados macapunó. Este crece entre los otros, no distinguiéndose ni el árbol que lo da ni el racimo en que se produce; es de advertir que en un racimo en que hay 15 ó 20 cocos, solo se encuentra uno de aquella clase.

Este flujo sero-mucoso, amarillento, que precede á las reglas con sensacion de escoriacion ó de ardor, cede al carbon, positis ponendis. La pulsatila, la magnesia y la manzanilla son necesariamente sus mejores auxiliares. El carbon corresponde mejor en los cólicos hemorroidales que en el flujo mismo, el cual exige mas generalmente la nuez vómica y el azufre.

; y si podemos llegar a él, no tendremos grandes dificultades para volver a nuestra patria. Ya sabéis que ese puerto es muy frecuentado por los pescadores de trépang malayos y chinos, y también por nuestros compatriotas que van allí a adquirir conchas de tortugas, nuez moscada y aves del paraíso disecadas. Es verdad, Horn. No había pensado en el puerto de Dory.

Tentóse, oyendo esto, la garganta don Quijote y dijo, volviéndose al duque: -Por Dios, señor, que Dulcinea ha dicho la verdad, que aquí tengo el alma atravesada en la garganta, como una nuez de ballesta. ¿Qué decís vos a esto, Sancho? -preguntó la duquesa. -Digo, señora -respondió Sancho-, lo que tengo dicho: que de los azotes, abernuncio.

La vasta sábana de la ría, en vez de los tristes y metálicos reflejos del invierno, dejaba escapar ahora hermosos destellos azules, y las cáscaras de nuez, llamadas barcos por mal nombre, cabeceaban impacientes en la dársena como otros potros preparados a salir.