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Nos insultan porque somos ahora poca cosa decía Ruiz, indignándose contra lo que consideraba una injusticia universal . Nuestro mundo es como un mono, que imita los gestos y placeres de aquel a quien acata como amo. Ahora manda Inglaterra, y en uno y otro hemisferio privan las carreras de caballos, y la gente se aburre viendo correr unos jacos por una pista, espectáculo que no puede ser más soso.

Nosotros las omitimos por ser cosas enredosísimas y de pura especulacion, siendo nuestro intento omitir lo superfluo, y proponer lo que de qualquiera modo sea preciso.

#Al día siguiente# caminaba nuestro buen Lope Asturiano la vuelta del río, por la cuesta del Carmen, puestos los pensamientos en sus almadrabas y en la súbita mutación de su estado.

Un domingo por la mañana, Isidro y Feli bajaron al Rastro. La tarde anterior, el joven había hablado con acento de resolución. Feli, de mañana no pasa. Ya es hora de vivir juntos. Estoy harto de que vaguemos por los desmontes como gitanos. Yo trabajo para ti y tenemos derecho a formar nuestro nido. Feliciana dudó un instante. ¿Y su padre?... Pero una mirada de él bastó para vencer su resistencia.

El tacto no nos transmite la impresion sino de los objetos que están inmediatos á nuestro cuerpo; cuando los otros tres, y especialmente la vista, nos ponen en comunicacion con objetos muy distantes.

Como quiera que no sea el objeto principal de este artículo retratar al hijo mayor del tío Jeromo, hago caso omiso de todo el diálogo promovido por su despecho contra el mayorazgo, y vamos á seguir con nuestro asunto comenzado, asistiendo á la cena de esta honrada familia en la noche de Navidad.

Aquel santo consejo celebrado, Que dice, del morir nos acordemos En todas nuestras obras bien notado, Seguro que in æternum no pequemos, En nuestro cristianismo consagrado, Creido, y aun sabido bien tenemos, Que ataja la memoria del tormento Y muerte, y gloria al malo pensamiento.

Aurelio, que estaba en el aposento de su amada, sin abandonar la escena, dice: «Este es palacio: acá sale Neron, nuestro Emperador, Que lo permite el autor Que desta industria se vale; Porque si acá no saliera, Fuera aquí la relación Tan mala y tan sin razón Que ninguno la entendiera

Por otra parte, había tenido que luchar en los comienzos de su carrera con abrumadores pesares. Una ligereza de juventud lo impulsó en sus veintidós años a contraer matrimonio con la hermana de uno de sus compañeros de taller: era ésta una muchacha bonitilla que parecía arrancada de un cuadro de Creuze, y como la madre de nuestro pintor, obrera en flores.

Desde el principio de la estación, Max Platel se mostraba muy solícito con ella; la joven estaba envanecida, pues el novelista a un exterior atrayente reunía una reputación lisonjera, y la circunstancia de que se le reconociera talento, aumentaba el mérito de sus atenciones. Y nuestro amigo Huberto Martholl ¿cómo es que no se encuentra ya aquí? preguntó Diana.