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Miguel Paleólogo atento á todas las ocasiones de calumniar toda nuestra nacion, se valió de esta, para persuadir á su padre, diciendo: que si no se atajaba luego la insolencia de los Catalanes, sería la total perdicion del Imperio, y de su casa, porque no contentos con la paga y sueldos tan excesivos, y con los despojos riquísimos del Asia, oprimian los pueblos amigos para satisfacer su codicia; que no por haber vencido á los Turcos quedaba el Imperio libre de servidumbre, si se esperaba más insufrible, y cruel de los Catalanes, en cuya mano estaba puesta la libertad comun: que en vano la habia recuperado su abuelo Miguel Paleólogo, hechando á los Latinos del Imperio, si segunda vez se les habia de entregar voluntariamente: que esto estaba muy cerca de suceder si no se atajaba su insolencia: que les quedaban aún sus fuerzas á los Griegos si sus trazas saliesen vanas para que de cualquier manera se oprimiese á los Catalanes: que la obligacion en que le habian puesto con librar sus Provincias de los Turcos, ya su arrogancia y mala correspondencia lo habia borrado, y sus victorias merecian nombre de agravios, no de servicios, pues en vez de establecer sus armas en una segura paz el Imperio, hacian nueva guerra á los pueblos amigos con intolerables contribuciones, y malos tratamientos.

La tortura del sentimiento y la violencia ejercida sobre nuestra alma, son las dos tiranías más insoportables de este mundo.

Si, atendida la estrechísima esfera en que se mueve nuestra poesía dramática, fuera en alto grado meritorio infundirle nuevas ideas y proporcionarle nuevos materiales, ¿qué escena, como la española, podrá ofrecerle tan inagotable mina de invenciones y motivos dramáticos?

María se escapó corriendo. Al par que se ejercitaba en la humildad no descuidaba tampoco otra virtud, que es, por decirlo así, el fundamento de nuestra religión y el timbre mayor de gloria que la criatura puede ofrecer a Dios: la virtud de la candad.

Nosotros debemos procurar que Frontaura ignore nuestra llegada á su ínsula, á fin de sorprenderlo y de poner en solfa á sus esbirros é inquisidores. Pues entonces optamos por no asistir al besamanos oficial, y luego iremos con ustedes á ver á Frontaura. ¡Admirable idea! De este modo podrán ustedes hacernos el obsequio de acompañarnos ahora mismo á visitar la Universidad.....

Si ellos no quieren ayudarnos, nosotros debemos hacer las investigaciones por nuestra cuenta. El abogado se despidió de nosotros en la plaza Trafalgar, conviniendo en reunirse con nosotros en la de Grosvenor, después del funeral, para leer formalmente el testamento delante de la hija del muerto y de su compañera, la señora Percival.

Propiamente hablando, no es mujer; es una fantasía, una especie de agüero ó hechizo que no seria nada, si no despertase en nuestra alma el sentimiento de lo maravilloso, como nada seria el encantamiento sin el encanto.

Navegamos de noche á cerca de las doce, y una hora antes de salir el sol se levantó tan gran tempestad, que aunque vimos tierra á una legua ó mas, no pudimos tomarla, ni echar anclas, ni hallar otro remedio que hacer votos, é implorar la piedad divina. Pues en la misma hora se hizo nuestra náo mil pedazos, y se ahogaron 15 españoles, de que nunca pudimos hallar cadaver alguno, y 6 indios.

Además, Juan tuvo la suerte de encontrar a mi padre quien lo dirigió y sostuvo. ¿Quién es ese Juan? Un niño abandonado, que mi padre recogió en otro tiempo y que ha sabido adquirir en nuestra cristalería de Creteil, la ciencia completa de su oficio, sin descuidar sus estudios escolares. Con una rara facultad de asimilación siguió los cursos nocturnos y aprovechó toda ocasión de instruirse.

Yo creo que nuestra vanidad no debe hacernos perder la cabeza, si queremos reparar en su equívoca calidad.