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Hallábase en esta ocasion de comendador del convento de nuestra Señora de la Merced Fr.

Las de las otras catedrales son porquerías si se comparan con las nuestras; mentiras, inventadas muchas de ellas por la envidia que inspira nuestra Iglesia Primada. ¿Ves estas otras que son rojas?

Sabido es que nuestra religion admite la posibilidad y la realidad de un verdadero conocimiento de Dios, aun en esta vida.

Yo haré que el Duque salga de esta casa, sin escándalo, sin que se entere nadie del motivo, sin exponerte a cometer una bajeza, de la cual te arrepentirías... No creas que lo hago por él, a quien detesto... Desde que llegó me ha sido profundamente repulsivo ese hombre. ¡Ahora que veo lo que ha traído a nuestra casa, figúrate cómo le querré!

No mas: hola, tiento; que ya se iba a arrojar la malicia a su centro; que no hay ocasion, por segura que parezca para el mas, que no sea peligrosa; y no quiero mas pleitos por princesas. Convida a nuestra señoría a comer mañana: en su nombre se lo escribo

Nuestro entendimiento, nuestra voluntad, no podía apartarse ni tanto así del camino que se les había trazado; a el camino del monjío, a Presentación el camino de no ser nada. ¡Ay, qué niñez tan triste! No nos atrevíamos a decir, ni a desear, ni siquiera a pensar cosa alguna que antes no estuviera previsto e indicado por mamá.

En eso de restituir no hay que hablar respondió el mozo , porque es cosa imposible, por las muchas partes en que se divide lo hurtado, llevando cada uno de los ministros y contrayentes la suya; y así, el primer hurtador no puede restituir nada; cuanto más que no hay quien nos mande hacer esta diligencia, a causa que nunca nos confesamos, y si sacan cartas de excomunión, jamás llegan a nuestra noticia, porque jamás vamos a la iglesia al tiempo que se leen, si no es los días de jubileo, por la ganancia que nos ofrece el concurso de la mucha gente.

El señor Marqués, hombre muy instruído y versado en nuestra literatura, atribuye á Tirso de Molina, en su Burlador de Sevilla, la creación del tipo del famoso héroe popular, investigando su genealogía dramática, desde El infamador, de Juan de la Cueva, hasta nuestros días.

Los teatros de la Cruz y del Príncipe eran, como antes, propiedad de las hermandades de Nuestra Señora de la Soledad y de la Pasión, que los cedían á las compañías de cómicos y percibían de los concurrentes cierta suma, como dueños de los teatros . Los productos se repartían entre los diversos hospitales de la capital.

Puede ser aturdida, imprevisora, gozar sin medida de los dones con que Dios nos ha favorecido, vivir ofuscada sin el pensamiento del pecado... Pero la juventud no tiene derecho a jugar con nuestra salvación eterna, con la vida y con la muerte. La Santa Iglesia Católica tiene sus ministros encargados de velar por la fe.