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Encuentra ella siempre entre las personas que frecuenta, una determinada, respondiendo perfectamente al ideal que la mujer se forja del marido, es decir, del novio, porque en esta dichosa edad las dos palabras son sinónimas.

Bien persuadido entonces su amo de que no había razonamiento capaz de convencerla, ni medida rigurosa, como la de plantarla en la calle, que no empeorara el destino de la infeliz, entre verla perdida o desgraciada, optó por lo menos malo al cabo de los días: arregló un casucho que tenía medio abandonado al extremo inferior del valle; agrególe tierras y ganado; hizo, en fin, cuanto puede hacer un padre por un hijo en casos tales, y dijo a Facia después de haberse negado a recibir al novio y a verle al alcance de su voz: Cásate cuando te la gana, y meteos ahí para que, siquiera, siquiera, cuando las pesadumbres te maten, tengas cama propia en que morir después de haber pedido a Dios perdón de tus ingratitudes y locuras.

Ella no era mala; no podía tratar con tanta crueldad a su antiguo novio. ¡Qué! ¿así se rompen unos amores comenzados casi en la infancia? ¿Así se despide a un hombre después de haberlo tenido durante años y años, como quien dice, cosido a las faldas?

La cosa era inaudita, porque yo no le conocía ningún novio. Pero entonces lo arreglaban todo los padres, y lo raro es que a veces no salía del todo mal. Pues un joven de gran familia pidió su mano, y mis amos se la concedieron. Este joven vino a casa acompañado de sus padres, que eran una especie de condes o marqueses, con un título retumbante.

Entonces, señor mío, podemos querernos como antes y sin miedo alguno; pero te advierto que nuestro noviazgo no ha de ser cosa de tapujo. ¿Para qué el novio, si no puede una lucirlo...? ¡Ah! Queda prohibido que me endilgues más versitos como los que me enviaste después del rompimiento. Señores, tiene gracia el modo como se desahoga este caballerito.

Si no hubiera sido por la muñeca, no nos hubiéramos conocido... ni sería V. mi novio;... porque tengo otro... ¿Cómo otro? Es decir, ya no lo tengo: lo tenía... Es un primo que está empeñado en que le he de querer á la fuerza... No vaya V. á creer que es feo... al contrario, es guapo... pero á no me gusta... No lo puedo remediar.

¡Hombre, pues es usted lo más raro! ... No se comprende dijo sonriendo y con asombro don Gil. ¿Con que está usted haciendo el amor á la chica, y le va á poner en libertad al novio? Si digo yo que usted es tonto, don Claudio. No tengo duda alguna: le pongo en libertad. Veremos cómo ella lo toma. Haremos que sepa que yo le he puesto en libertad, yo. Buena la va usted á hacer.

Realmente, su novio hacía triste figura al lado de aquel Juan, a quien en su estrechez de espíritu, había considerado durante años como un hombre de condición inferior a la suya. ¡Cuánta vergüenza experimentaba al comprobar que no había sabido adivinar el valor moral de aquel ser humilde, y que había necesitado de aquellas circunstancias para conocerlo!

Desde entonces, el novio siguió yendo a casa todos los días, sólo o en compañía de su padre. Nueva transformación de mi amita. Su indiferencia hacia era tan marcada, que tocaba los límites del menosprecio.

¡Qué pregunta! exclamó ella con semblante risueño, sin avergonzarse. No hablo de novio formal. Si lo tuvieras ya estaría yo enterado. Quiero sólo saber si entre los jóvenes que te obsequian hay alguno que hubiese logrado interesarte más o menos. ¿Para qué quieres saber eso? Contesta. Cecilia hizo un gesto negativo.