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Me amenazan grandes penas y trabajos y conviene restaurar las fuerzas. Me muero de impaciencia por hablar con Narcisito. Tengo mil cosas tristes que decirle ¡Cuantas novedades desde ayer a hoy! Ya es inútil que se presente a mamá. Sería muy mal recibido. Las diez. Voy a hablarle. Central... comunicación con el 4.500.

Pero que también lo eran, y lo habían sido desde la creación del mundo, los López, los Pérez y los Sánchez; que ellos no pasaban por la humillación de verse pospuestos a los Padillas; y que si el alcalde insistía en su empeño, ellos se quejarían a la autoridad competente, porque siempre habían existido tribunales superiores a donde poder acudir contra la arbitrariedad y la injusticia, a menos que con las novedades del día no se los hubiese llevado la trampa.

Yo he servido en el cuarto montado, he visto de cerca la guerra... y esta seguirá jorobándonos mientras unos y otros mamen de ella. ¡Qué fuerte está el señor capellán! dijo Feijoo sonriendo, y no dijo más porque entró D. Basilio y en tono de gran misterio se expresó de este modo: «Cuando digo que hay novedades...».

D. Félix dejó escapar un bufido desdeñoso. El Sr. de las Matas quedó pensativo unos instantes. La sonrisa que contraía su boca se extinguió. Al cabo exclamó con voz sorda y tono profético: ¡Ay de los pueblos que corren presurosos en busca de novedades! ¡Ay de los que, olvidando las pristinas y sencillas costumbres de sus mayores, se entregan á la molicie! ¡Ay de los aqueos! ¡ay de los dorios!

Trabajo cuesta creer que en un lienzo de Velázquez y tan admirable como éste, se atreviese a introducir novedades o reformas otro pintor y menos Mazo; pero téngase en cuenta que en aquella época, los que podían mandar eran obedecidos con más facilidad que ahora, sobre todo si era artista el que había de obedecer.

Las novedades más salientes fueron poner la madre los viernes un pucherito aparte para Tirso, que no quería comer de carne; colocar a la cabecera de la cama de matrimonio una cruz de madera; detenerse los domingos en misa un ratito más que los primeros días, y comprar un devocionario impreso en caracteres gruesos, propios para persona a quien los años han fatigado la vista.

Y no hay novela ni drama de algún valer, por lo mismo que es más numeroso y apasionado el público que los oye ó los lee, que no sea vehículo mil veces más eficaz que cualquiera otro libro para propagar doctrinas y para divulgar y difundir novedades, que ya extravían á la gente, ya vuelven á traerla al buen camino.

No cómo tenías paciencia para aguantar tal retahíla de mentiras y sandeces... Y ahora se sale con vender novedades... ¡qué porquerías serán esas! Te aseguro que me daba un asco... La entrada del Sr. de Pez cortó la serie de observaciones que sin duda habían de ilustrar el asunto.

El espíritu de destrucción, hijo de la ignorancia que ha dominado en todas las clases sociales, y el ridículo culto rendido á las novedades extranjeras, trajo consigo el menosprecio, por estos inapreciables objetos del moblaje que eran vendidos ó trocados miserablemente.

Al oscurecer de una tarde de octubre estaba Julián sentado en el poyo de su ventana, engolfado en la lectura del P. Nieremberg. Sintió pasos precipitados en la escalera. Conoció el modo de pisar de don Pedro. El rostro del señor de Ulloa derramaba satisfacción. ¿Hay novedades? preguntó Julián soltando el libro. ¡Ya lo creo! Nos hemos tenido que volver del paseo a escape.