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¡Hombre!..., no me atrevía yo a decir tanto. Pues atrévase usted, aquí que no nos oye la patria. Luego, es decir, que todo esto de Parlamento... Es una calamidad. Aquí no hay más que ambiciones personales, con las que es imposible todo gobierno. Tiene usted mucha razón. ¡Y siempre sucederá lo mismo! De manera que si esto, que es notoriamente malo, se suprimiese...

Además de los notoriamente inútiles, como cojos, mancos, ciegos, etc., eran exceptuados los que tenían su mujer encinta o ejercían cargos públicos, así como a los ordenados de Epístola; pero no había excepción por razón de cosecha o labores del campo. Los únicos rechazados de las filas, sin tener aquellos reparos, eran los negros, mulatos, carniceros, verdugos y pregoneros.

Nótese que las narices se hiciéron para llevar anteojos, y por eso nos ponemos anteojos; las piernas notoriamente para las calcetas, y por eso se traen calcetas; las piedras para sacarlas de la cantera y hacer quintas, y por eso tiene Su Señoría una hermosa quinta; el baron principal de la provincia ha de estar mas bien aposentado que otro ninguno: y como los marranos naciéron para que se los coman, todo el año comemos tocino.

Estaba notoriamente arruinado, acribillado de deudas, y había pagado el día anterior sesenta mil francos á la caja del círculo, del que le iban á expulsar. Y, coincidencia extraña, las alhajas de Lea Peralli, conocidas por su gran valor, habían desaparecido. Se hicieron pesquisas y se adquirió la prueba de que habían sido empeñadas en el Monte de Piedad en cien mil francos.

Junípero el de la panza gorda, que le sacó, por unos días, de aquella galbana perruna que le amagaba otra vez, y á la cual propendía notoriamente. Y como amaba por sistema los libros, á falta de otro mejor adquirió una baraja. Lo primero que aprendió con ella fué el tute arrastrado, y después el mus.

No haga usted caso replicó éste notoriamente mortificado con el elogio , de ese detalle del cuadro; porque le juro, a fe de hombre de bien, que no hubiera salido a relucir si hubiera podido explicar sin él el salvamento de Nieves...

Publicada esta carta, acudió D. Alonso de Aguilar, legalmente representado por el bachiller Diego Rodriguez de Jaen, apoderado tambien y procurador de los consortes en la causa de Aguilar, y apeló ante su ilustrísima pidiendo se declarase lo hecho nulo y de ningun valor y efecto por varias razones que alegó, entre las cuales figuran como principales: Que el D. Alonso no se habia apoderado de los diezmos como se suponia; que el obispo no podia ser juez de la causa por ser notoriamente sospechoso y capital enemigo del Sr. de Aguilar y de algunos de los otros excomulgados, y confederado, aliado y amigo del conde de Cabra y sus hijos, y de su valía y opinion, por lo que, como su contrario y enemigo declarado, habia sido echado de la ciudad por órden del rey; que mediante la referida sospecha no podia tener jurisdiccion, ni podia haber citado á D. Alfon y consortes á que compareciesen ante su ilustrísima en la villa de Montemayor, por cuanto esta era del Sr.