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Había viajado por todo el mundo, sin olvidar uno solo los lugares vistos; podía repetir los títulos de los ochenta grandes hoteles en que se alojan los que dan la vuelta á la tierra. Al encontrarse con un antiguo compañero de viaje reconocía inmediatamente su rostro, por corta que hubiese sido la visión, y muchas veces recordaba su nombre.

En lengua fenicia se llamó Thorbat o Thorbet; Turba en la celtíbera y Túrbula en la latina: con este último nombre la designa Tolomeo.

Puedes hacer rabiar al chico de Santa Cruz, porque en cuanto te vea hecha una persona decente se ha de ir a ti como el gato a la carne. Créetelo porque te lo digo yo. Quita, quita; si él no se acuerda ya ni del santo de mi nombre. Paices boba, ¿qué apuestas a que en cuanto te echen el Sacramento, pierde pie...? No conoces el peine. Verás cómo no pasa eso. ¿Qué apuestas?

1 Así subió Abram de Egipto hacia el mediodía, él y su mujer, con todo lo que tenía, y con él Lot. 4 al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram el nombre del SE

Escribí en nombre de su ilustrísima á ese capellán de la Seo de Urgel para que recomendara la candidatura del señor conde á su hermano el estanquero de Romeral. Hasta ahora no se ha recibido contestación. Suplicándole muchísima reserva, le diré que hemos tocado también la tecla del gobernador, el cual, á pesar de ser un republicano desorejado, ha respondido admirablemente.

Consérvase aquí la loa con las figuras alegóricas. Esta pieza consta sólo de un acto con arreglo á la terminología española; no es comedia, sino zarzuela, como se llama también en las antiguas ediciones. Las modernas de este mismo autor no son, pues, exactas cuando suprimen su calificación propia, dándoles diverso nombre. Amado y aborrecido.

Cuando me sintió se reclinó en el sillón, y me dijo sonriendo, con la cabeza echada atrás sobre el respaldo: ¡Que feliz soy, Luis! Era la primera vez que Amparo pronunciaba mi nombre de una manera tan familiar. Ahora recuerdo que es también la primera vez en que yo le escribo en estas memorias. En efecto, yo me llamó Luis.

Dijo también que se llamaba el sabio Muñatón. -Frestón diría -dijo don Quijote. -No -respondió el ama- si se llamaba Frestón o Fritón; sólo que acabó en tón su nombre.

-Y ¿cuántos caben en ese caballo? -preguntó Sancho. La Dolorida respondió: -Dos personas: la una en la silla y la otra en las ancas; y, por la mayor parte, estas tales dos personas son caballero y escudero, cuando falta alguna robada doncella. -Querría yo saber, señora Dolorida -dijo Sancho-, qué nombre tiene ese caballo.

En cuanto a los pies, no se ven, pero se sospechan; en cuanto al cabello, la Magdalena se lo envidiaría. Estoy impaciente por ver y oír ese portento exclamó con exaltación el vizconde, el cual siempre estaba, como lo indicaba su nombre, montado medio tono más alto que todos los demás vizcondes . Preparemos los anteojos y entremos. Entre tanto el joven embozado había desaparecido.