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Algo semejante, aunque no con tal fuerza, le acaeció en presencia del Apolo del Belvedere, y el Fauno de Praxíteles en Roma, de la Niobe y la Venus de Cleomenes en Florencia. Al regresar a Madrid y tocar nuevamente la prosa de los expedientes y la vida mezquina de la casa de huéspedes, experimentó una sensación de tristeza mortal como si le hubiesen condenado a presidio.

Pero aquel principio fecundo para la civilización, y singularmente para las artes, que ha engendrado la Iliada, el Prometeo encadenado, la Niobé y el Partenon, que más tarde creó las obras portentosas del Renacimiento, exagerado en la Europa moderna, sacado fuera de sus justos límites, ha traído consigo el desequilibrio y como resultado la decadencia.

Porque no es acertado dolerse de sus desgracias, y porque habiendo habido tantas principales señoras tan desventuradas, no parece bien que os desespereis. Contemplad á Hecuba, contemplad á Niobe. Ha, dixo la señora, si hubiera vivido yo en aquel tiempo, ó en el de tantas hermosas princesas, y para su consuelo les hubiérais contado mis desdichas, ¿os habrian acaso escuchado?

Después de describir y pesar una por una las gracias de Carlota y colocarla sobre un rico pedestal de mármol ornado de bajos relieves de Fidias, por encima de todas las mujeres de este mundo, casi a la altura de la Niobé de Praxíteles, vino a soñar despierto, a pintar de un modo plástico la única dicha a que aspiraba uniéndose a ella... No soy hombre de grandes ambiciones, Adolfo, bien lo sabes.

Pero aunque era Lucía fresca y mujerona como una Niobe, tipo muy común entre las señoritas yankees, mostraba tan patente en ciertos pormenores el origen español, que hubo de decirse a mismo el que la consideraba: «no tiene pizca de traza de extranjeraMirola aun buen rato, como buscando en su aspecto la solución del enigma; hasta que al fin, encogiéndose levemente de hombros, como el que exclamase: «¿Qué me importa a , en resumen?», tomó de su maletín un libro y probó a leer; pero se lo impidió el fulgor vacilante que a cada vaivén del coche jugaba a embrollar los caracteres sobre la blanca página.

Luego, la piedad maternal la invade, y semejante a la Niobe antigua, deja correr dos lágrimas por sus hijos tan prematuramente muertos. ¡Una vez en el agua, reune la prole salvada y no hay madre más cariñosa! . ¡Qué odio por el caimán! ¡Con qué alegría los bogas marineros, descubriendo con su mirada avezada una turba de cocodrilos sobre un arenal lejano, nos daban el grito de alerta!

D'Ampere, un espíritu no menos sério, ni menos profundo ha dicho á este respecto: «La grande escultura griega, tal como se muestra en la Niobe de Florencia ó en las estátuas del Partenon, es la poesía homérica traducida en mármol. El Dante dibuja sus figuras á la manera enérjica, atrevida y grandiosa de Miguel Angel; y el fresco del Juicio final es un canto del Dante