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»En España no podían sufrir el bienestar de que disfrutaba; atentaron á su vida enviando dos hombres que se la quitaran, en vista de lo cual, por garantía en lo sucesivo, comisionó el Rey á dos suizos de su guardia personal, que le seguían por la ciudad á las portezuelas de la carroza, y cuidaban de que ninguna persona desconocida tuviera acceso á la casa.

Por el contrario, había por lo menos media docena de testigos que estaban prontos para dirigirse al juez Malam para llevarle pruebas mucho más convincentes que ninguna de las que el tabernero podía dar.

Así es, en resumen, uno de los más celebrados dramas del moderno teatro alemán. Yo diré, para concluir, que es divertido verle y leerle: que es más divertido aún admirar á la señora Estela Hohenfels en sus cinco papeles; pero que, en lo tocante á enseñanza, lo mejor es no sacar ninguna de este drama.

Gracias á su bondad puedo marcharme... Todo lo que va conmigo le pertenece... Desconfíe de los que le hablen mal de él... Sus ojos tristes miraron intencionadamente al joven mientras decía las últimas palabras. Antes de alejarse aún se atrevió á darle un nuevo consejo: Y no olvide por ninguna otra mujer á esa señorita que llaman Flor de Río Negro.

Ninguna distinción más fácil de confundirse y anularse en el espíritu de pueblo que la que enseña que la igualdad democrática puede significar una igual posibilidad, pero nunca una igual realidad, de influencia y de prestigio, entre los miembros de una sociedad organizada.

Cogí las cartas esparcidas en la mesa, y las recorrí con los ojos durante unos segundos. En suma dije a modo de conclusión, es el yo, siempre el yo lo que domina... Ninguna otra razón... ¿Piensan así todos los hombres, señora? Todos no, Magdalena, pero muchos. suspiré. Y pensar que van tan alegremente al matrimonio con individuos de ese género...

El excelentísimo señor de Ballester queda encargado de la ejecución del presente decreto. xii Por la tarde llegó doña Lupe muy alarmada buscando a Maximiliano, a quien suponía allí. No pasó de la sala, ni quiso ver a Fortunata, de quien dijo que la compadecía, pero que no podía tener ninguna clase de relaciones con ella. En la sala cuchicheó la ministra con Segismundo contándole lo ocurrido.

Aquellas, como veremos luego, estriban mas bien en ciertos inconvenientes nacidos de nuestra manera de concebir, que en razones fundadas en sólidos principios; cuando las que acabamos de proponer se apoyan en las ideas que sirven de base á todo conocimiento: en aquella proposicion evidentísima: la nada no tiene ninguna propiedad.

La vida en Rio Janeiro, mas cara que en ninguna capital de Europa, es muy poco agradable. El espíritu de sociabilidad, léjos de irse desarrollando, no parece sino que se recoje: faltan las reuniones, los bailes, los clubs, las recepciones, todos los medios, en fin, que se conocen en Europa para verse, conocerse, hablar, discutir.

En ninguna parte penetró en mi corazón más dulce sensación de paz. Pero también es inmensa alegría la de alcanzar una alta cumbre que domine un horizonte de picos, de valles y de llanuras. ¡Con qué voluptuosidad, con qué arrebato de los sentidos se contempla en su conjunto el edificio cuyo remate se ocupa!