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Pero ¿adónde miraba ahora el Niño Jesús?... No se sabía.... ¿Hacia la ventana?... No.... ¿Hacia la puerta?... ; hacia la puerta.... ¿A ver? Carmen volvió la cara y allí estaba todavía la criada, boquiabierta, haciéndose la remolona, con una mano en el picaporte y otra en la cintura, como si esperase algún recado....

En vano le dirigía preguntas. La enlutada era muda y únicamente sabía mirarle con sus pupilas redondas y severas, mientras el niño continuaba su eterno llanto sin humedad y sin eco. «Hay en este asunto algo que no comprendo pensaba Rosalindo . ¿No le habrá entregado aquel amigazo el dinero que le diSe dedicó á averiguar el paradero de su compatriota.

Con un andar forzoso y mecánico se le acercó lentamente. El niño no miraba a parte alguna. Estaba tuerto, estaba herido, estaba triste y despeinado..., con el traje en desorden.... Después de contemplarle un rato en atenta inmovilidad, Carmen se agachó un poco para mirar otra vez su cara en el espejo.

Don Modesto agarró la perdiz, dio gracias, se despidió y se fue echando pestes contra los gatos. Durante toda esta escena, Dolores había dado de mamar al niño y procuraba dormirle, meciéndole en sus brazos y cantándole: Allá arriba, en el monte Calvario, Matita de oliva, matita de olor, Arrullaban la muerte de Cristo Cuatro jilgueritos y un ruiseñor.

Cuando iban visitas a la casa la enseñaba como una cosa rara, sonándola y dando a probar el peso, para que todos se pasmaran de lo arregladito y previsor que era el niño. «Esto se llama formalidad. Hay pocos chicos que sean así...».

... ... convenido... todo lo que quieras, serás todo lo que quieras... Los dos tenían el mismo pensamiento: dejemos obrar al tiempo. Juan es un niño y cambiará de idea. En lo cual los dos se engañaban: Juan no cambió de idea. En el mes de septiembre de 1876, Pablo fue rechazado en Saint-Cyr y Juan recibió el undécimo lugar en la Escuela Politécnica.

Pues siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas en los costales de los que allí a moler venían, por lo que fue preso, y confesó y no negó y padeció persecución por justicia. Espero en Dios que está en la Gloria, pues el Evangelio los llama bienaventurados.

¡Es Rufino!... ¡Es Rufino!... dijo Lorenzo y agregó con viva satisfacción: ¡qué bueno! Efectivamente era Rufino, el viejo sirviente de la casa de Lorenzo, que descendió del pescante de un salto y lo saludo como un amigo íntimo, casi como un padre: ¡Cómo está, niño?... ¡Qué buena cara tiene!... ¿Se siente bien?... Perfectamente, Rufino, ¿y por allá?

Un instante después el vapor navegaba hacia Granville y el puerto erizado de blancas velas, las negras chimeneas y las murallas de granito desaparecían en lontananza; pero Raúl, apoyado en la borda, creyó distinguir por mucho tiempo una esbelta silueta de mujer que levantaba un niño por encima de la cabeza.

Ellas y yo moriremos sin habernos vuelto á ver. Eso es lo que me desgarra el corazón, Cristián; acepto mi miserable suerte, me resigno á sufrir, pero no á que sufran los que amo. Dejó caer la cabeza hasta las rodillas y así, con el cuerpo enflaquecido, encorvado en su sayal de tosco lienzo, se echó á llorar como un niño.