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¿Te parece que después de lo que has hecho, se puede dormir? ¡Qué conciencias, válgame Dios, qué conciencias estas!... lo negarás ahora... ¿Quién andaba por los pasillos? Claro, el gato. El pobre minino paga todas las culpas. ¿Y a qué saliste?, a jugar con el gato, ¿verdad?, justo. ¡Y eso me lo he de tragar yo!

Un odio físico le sublevó. ¡Qué cara has puesto, Muñoz! Si te ofendí te pido me disculpes... Pero no negarás que ella es coqueta. Sería una lástima, realmente, que te dejaras envolver por Adriana. Indudablemente es un lindo tipo de mujer, pero no pierdas la cabeza. A propósito, la vi en la primera función de la temporada; desde entonces no ha vuelto a venir.

O porque tuviera muy poca fuerza o porque su natural blando no fuese nunca vencido de la fiebre de aquella increíble desazón, ello es que sus manos apenas causaban ofensa. Nicanora le sujetó por ambos brazos, y él, sacudiéndose y pateando, descargaba su ira con estas palabras roncas: «No me lo negarás ahora... Le he visto, le he visto yo». ¿A quién has visto, corazón?... ¡Ah!, , al duque.

Ya sabes que cuando falta el padre se marcha el pan; la mujer y los hijos perecen. ¿No me lo negarás? No te lo niego: ¡adelante! Por la ruina de una familia se pierde un caserío; tampoco me lo negarás. Ya ves lo que sucedió en las Llanas.

Pero no me negarás, Sancho, una cosa: cuando llegaste junto a ella, ¿no sentiste un olor sabeo, una fragancia aromática, y un no qué de bueno, que yo no acierto a dalle nombre? Digo, ¿un tuho o tufo como si estuvieras en la tienda de algún curioso guantero?

69 Y la criada viéndole otra vez, comenzó a decir a los que estaban allí: Este es de ellos. 70 Mas él negó otra vez. 71 Y él comenzó a maldecir y a jurar: No conozco a este hombre de quien habláis. 72 Y el gallo cantó la segunda vez; y Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.

bien sabes que en las minas se matan algunas veces los hombres... ¿no me lo negarás?... ¿Y eso qué importa? profirió Juan más enfurecido. Porque un pelafustán se muera ¿va á dejar el concejo de aprovechar la riqueza que tiene bajo tierra? ¿Pero me lo niegas? No te lo niego. Pues bien, por la muerte de un hombre se pierde una familia.

Salvador hizo otro signo de asentimiento. Bueno; pues no me negarás que es una mujer con «todas las agravantes», una «super-hembra» con una «arboladura», y un «calado»...; vamos, te digo ¡que la mar y los peces de colores!...

¡Pero Gabriel de los demonios! dijo, indignado, el Vara de plata , ¿negarás que don Carlos, que edificó el Alcázar de Toledo, y don Felipe II, que vivió en este mismo claustro, fueron dos grandes reyes...? No lo niego: fueron dos hombres extraordinarios, dos grandes monarcas; pero mataron a España para siempre. Fueron dos extranjeros, dos alemanes.

No digo eso; pero no me negarás que ha sido una tilinguería guardarlos bajo llave... ¿asunto de qué?... Lo ha de haber hecho sin darse cuenta... ¡calcula cómo tendría la cabeza ante la idea de ir a conquistar a la «Pampita»! ¡Cómo le irá a Ricardo! ¿eh?... Puede ser que le vaya bien. Yo no creo que esté enamorado... así: fulminantemente. ¡Que no!... ¡piensa que es linda como un sol!