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Cantica quæ pos hunc superi cecineri recenset Gloria, quam complet vociferando chorus. Recordará al empezar la alegría que infundió en los pastores el Angel anunciador del nacimiento del Salvador. La Gloria, que completará el coro con sus voces, repetirá los cánticos, que entonaron después los habitantes del cieloAugusti I. c. S. 272 y 305. Ser. IV, d. Epiphan.

Pero lo que mas realza este palacio es el nacimiento, á cuatro de julio de mil doscientos setenta y uno, de la infanta de Aragon, y despues Reina de Portugal, SANTA ISABEL, que fué hija de D. Pedro 3.º de Aragon, llamado el Grande, y de la Reina Doña Constanza hija de Manfredo rey de las dos Sicilias.

Era malagueño, según decía, y bastaba sostener con él un breve diálogo para enterarse a las primeras palabras de su nombre, lugar de nacimiento y apodo.

La jóven á quien hizo la misma operacion el oculista Juan Janin, y unos ciegos de nacimiento á quienes el profesor Luis de Gregori restituyó en parte la vista, no creyeron como el ciego de Cheselden, que los objetos estuviesen pegados á sus ojos, sino que luego los vieron como cosas realmente externas y separadas. Las dificultades que estas nos ofrecieran las encontraríamos en aquella.

Provienen, sin género alguno de duda, de las representaciones usadas en las iglesias, desde los tiempos primitivos, para solemnizar el nacimiento de Jesús, y nos hacen recordar, como sus tipos originarios, las églogas pastoriles de Juan del Encina y de Gil Vicente, aunque su acción sea de ordinario más extensa y complicada.

Elena volvió transfigurada, hablando con orgullo de sus parientes: del barón, coronel de húsares, del comandante de la Guardia, del consejero de la corte, declarando que todos los pueblos resultaban despreciables al lado de la patria de su esposo. Hasta tomó cierto aire de protección al alabar á Desnoyers, un hombre bueno, ciertamente, pero «sin nacimiento», «sin raza», y además francés.

En realidad, Antonio González, que era andaluz de nacimiento, aunque lo apodaban todos el Gallego, no podía mirar sin cierta aprensión hereditaria el enorme reptil que, semejante á una maroma de barco, pendía formando curvas de los cuchillos de la techumbre.

Yo... si he de decirte la verdad, le he tomado cariño. ¡Ay!, sus salvajadas me divierten. ¡Es tan mono! ¡Qué ojitos aquellos!, ¿pues y los plieguecitos de la nariz?... y aquella boca, aquellos labios, el piquito que hace con los labios, sobre todo. Ven acá y verás el nacimiento que le compré.

En el ejercicio de la inteligencia y demas facultades del hombre, hay muchos fenómenos que no se expresan con ninguna palabra, con ninguna frase, con ningun discurso: para comprender al que los experimenta es necesario experimentarlos tambien; y á veces es tan perdido el tiempo que se emplea para darse á entender, como si un hombre con vista quisiese á fuerza de explicacion, dar idea de los colores á un ciego de nacimiento.

Fíate de que el nacimiento y el temperamento te hayan hecho ilustre... si la realidad y el mundo traidor no te permiten manifestarte como eres... Pero no suspires, no te entristezcas. Hoy es día de alegría y juntos los dos aquí olvidaremos todas nuestras penas... Cada día me es más difícil vivir sin ti.