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Por tu belleza, por tu talento y por la elevación moral de tu alma mereces casarte con un príncipe, dechado de todas las perfecciones. Por tu desventurado nacimiento, por la clase humilde a que perteneces y por la pobreza que te obliga a residir en este lugar, tendrás que quedarte soltera o tendrás que casarte con un labrador rudo y zafio.

»El joven que lleva el nombre de Juan Montiño, no es hijo de nuestro hermano Jerónimo.» ¡Ah! exclamó interrumpiendo su lectura el cocinero mayor ; bien dije yo cuando dije, que había algo encerrado tras la secatura y la brevedad con que mi hermano me anunció el nacimiento de ese hijo que no es su hijo.

Un corazón inflamable rectifiqué, pero no uno como el tuyo. No se trata de respondió Francisca. sabes que yo no represento más que los papeles de coqueta, mientras que eres una enamorada de nacimiento... ¿Verdad?... , cuando yo te lo digo...

El arroyo, en conjunto, puede ser comparado con un organismo vivo como el de un árbol. También él, desde su nacimiento hasta su desembocadura, forma un todo armónico con sus manantiales, sus sinuosidades y las oscilaciones regulares de sus aguas, y es una desgracia pública el que la serie natural de sus fenómenos sea alterada por la explotación caprichosa de propietarios ignaros.

Vosotros, y tu mujer, la dabais ejemplo del respeto que merece el dinero y un nacimiento elevado dejando entrar en vuestra casa a aquel muchacho, acogiendo como un honor que un señorito se fijase en vuestra hija. La pobre lo amó viendo en él un resumen de todas las perfecciones humanas.

Rico de nacimiento, y enriquecido aun más por su arte, no viajaba, como otros, en busca de fortuna. Viajaba porque estaba lleno de águilas, que le comían el cuerpo, y querían espacio ancho, y se ahogaban en la prisión de la ciudad.

No solamente es memorable la ALJAFERIA por el nacimiento de SANTA ISABEL, sino tambien por haber estado primitivamente en aquel recinto la Inquisicion, y por otros festines que ó se verificaban en aquel palacio, ó principiaban cuando menos en el mismo.

El tío Frasquito no cayó en la cuenta de que, según aquellos datos, debió de haber asistido seis años antes de su nacimiento a los saraos de la duquesa de Benavente, y prosiguió enumerando a los ministros restantes: ¡Echegaray, Beranger y Becerra!... ¡Santo Dios!... Si esto era para España la coz del asno; y aquellos enanillos de gorro frigio, encadenando al león de Castilla, recordaban aquella grandiosa imagen: Ce grand peuple espagnol, aux membres enervés, Expire dans cet antre ou son sort le termine, Triste comme un lion rongé par la vermine!

Se encerraba en su despacho o en su alcoba y recitaba grandes relaciones como él decía, de las más famosas comedias, casi siempre con la espada en la mano. Así le había sorprendido su mujer, sin que él lo supiera nunca, la noche de Noche buena. Verdad es que había cenado fuerte el buen señor y se le había ocurrido celebrar a su modo el Nacimiento de Jesús.

A medio día ya estaba listo el nacimiento. El cariño de las tías había conservado mis juguetes, y con ellos bastó y sobró para el nacimiento. Me sentí un chiquillo, como si tuviera yo seis años, a la vista de objetos que fueron para , en mejores días, motivo de fiesta y diversión.