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En conclusión: por una cantidad módica dispondría de una alcoba y un gabinetito con cuatro sillas, cómoda y un sofá de Vitoria; daría un tanto para la comida, y habían de correr por cuenta suya el lavado y el planchado de su ropa. Al final menudearon las promesas de fidelidad y complacencia.

Por esto se ven cosas tan raras: verbigracia, que se reparte el premio entre multitud de infelices que se juntaron para tal fin, poniendo este un real, el otro una peseta. Con tales ideas se dio a pensar quién le proporcionaría una participación módica, pues adquirir ella sola un décimo parecíale mucho aventurar.

Gozan veinticinco pesos fuertes mensuales cuando son provistos por el gobernador de Manila, y cincuenta siendo de Real nombramiento , y pagan al erario una módica retribucion por el indulto, como alli se llama, de poder comerciar; que es decir, licencia para que se ocupe del comercio un juez, un jefe político y un intendente; pues tal pueden denominarse los alcaldes y correjidores en Filipinas por las atribuciones de sus empleos.

Autorizados para el comercio por instruccion pagando al estado una módica retribucion por este privilejio, titulado indulto para poder comerciar, es claro y consiguiente que lo hacen con los fondos del tesoro público que recaudan y administran, valiéndose de su autoridad, que algunas ó las mas de las veces, emplean á causar vejaciones y tropelías; pues si asi no fuese, imposible seria sacase un alcalde ó correjidor las sumas que dicen algunos sacan en el corto periodo de tres ó seis años para que son provistos.

Al apreciar toda aquella riqueza, y al calcular la tierra que debía poseer para lograr tales cosechas, no pudimos menos de reflexionar los pingües rendimientos que podría producirle al Estado la introducción de una módica contribución territorial.

Concedido que fue, se hizo preciso atender a su sostenimiento presupuestado en cinco mil pesos, no habiéndose podido reunir por de pronto mas que mil ochocientos treinta y dos; luego, merced a una módica cantidad proporcional en dinero, que debía satisfacerse en los meses de Mayo y Junio de cada año, impuesta a todos los partícipes de diezmos del Obispado, se reunió la suma total de tres mil doscientos cuarenta y tres pesos, que si bien no llenaba absolutamente el presupuesto, esto no obstante, era ya suficiente a lo mas necesario y perentorio.

La única de la época de Don Juan II, que merece mención bajo este aspecto, es la Comedieta de Ponza, del marqués de Santillana . Su título, al menos, parece indicar un drama, aunque no se sepa con certeza la significación, que le dió su autor, pues de su dedicatoria á Doña Violante de Prados, condesa de Módica y Cabrera, sólo se deduce que eran harto confusas y embrolladas sus nociones acerca de los diversos géneros de poesía.

El Cojuelo le respondió: Este es el almirante de Castilla don Juan Alfonso Enríquez de Cabrera, duque de Medina de Ríoseco y conde de Módica, terror de Francia en Fuenterrabía. ¡Ay, señor! dijo la Rufina . ¿Aquél nos echó los franceses de España? Dios le guarde muchos años. El y el gran Marqués de los Vélez respondió el Cojuelo fueron los Pelayos segundos, sin segundos, de su patria Castilla.

Doña Mónica, la patrona que le tenía alojado por la módica cantidad de tres pesetas cincuenta céntimos diarios en un cuarto de la calle de las Hileras, le aconsejaba prudentemente «que no hiciese caso y comiese», pero él no podía seguir este consejo prosaico al menos en su primera parte.