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Si el galán pasa de indiferente a amado. Pues bien; para este paso son las reglas y el arte. A quien te ame y sea correspondido de veras, mírale como quieras. El amor mismo te enseñará el modo de mirarle; pero, hija mía, no se trata de eso; se trata de aquel a quien no amas aún y que aún no te ama. A ése le miraré como a prójimo. Ahí está tu error, Inesita.

Mírale, mírale, ¿le conocesTenía tan demudado el semblante, feo y hecho un tizón de fuego, que mal le podía conocer; pero, finalmente, después de fijar muchas veces en él la vista, reconoció quién era. Entonces el desgraciado Antonio, dando un profundo suspiro y volviéndose á Lucas, le habló de esta manera.

CLEOPATRA. Juno, pequeña, no podemos ocuparnos de tu soldado; tenemos ahora otros en que pensar... ¿Qué haremos, pues, queridas amigas? Voy a proponeros una cosa... Quiero que se acerquen. No puedo vivir lejos de ellos. Quisiera ver al picaruelo que me ha traído en sus brazos. Exhalaba un olor delicioso a soldado. ¿Dónde está? CLEOPATRA. Mírale, con la boca abierta. VERÓNICA ¡Me voy con él!

Doña Flora dijo: Pase usted milord, que aquí está la condesa. Mírale... verás me dijo Amaranta con crueldad y juzgarás por ti mismo si la niña ha tenido mal gusto. Entró doña Flora seguida del inglés. Este tenía la más hermosa figura de hombre que he visto en mi vida. Era de alta estatura, con el color blanquísimo pero tostado que abunda en los marinos y viajeros del Norte.

Pues mira, a tu amante puedo deshacerle de un golpe; me tiene miedo, sábelo, hasta cuando le miro; si me viera en despoblado, solos frente a frente, escaparía de ... Yo soy tu esposo; me lo has prometido de cien maneras; tu don Víctor no es nadie; mírale como no se queja: yo soy tu dueño, me lo juraste a tu modo; mandaba en tu alma que es lo principal; toda eres mía, sobre todo porque te quiero como tu miserable vetustense y el aragonés no te pueden querer, ¿qué saben ellos, Anita, de estas cosas que sabemos y yo...? , las sabías también... y las olvidastes... por un cacho de carne fofa, relamida por todas las mujeres malas del pueblo.... Besas la carne de la orgía, los labios que pasaron por todas las pústulas del adulterio, por todas las heridas del estupro, por...».

Y ahora, mírale: cualquier tabernero tiene mejor alojamiento después de muerto... Era un poeta, un soñador; y los poetas, no por qué, tienen mala sombra en la política... Yo no creo en él; pero le compadezco y le defiendo por espíritu de cuerpo. Este olvido nos consuela a los que trabajamos sin esperanza en la tienda de enfrente, que es la de los pobres, la del populacho.

Y él no se hartaba de contar las cosas extraordinarias que había visto, durante la peregrinación, y en la capital misma. A ti dijo a su mujer te he traído un objeto de extraño mérito; se llama espejo. Mírale y dime qué ves dentro. Le dio entonces una cajita chata, de madera blanca, donde, cuando la abrió ella, encontró un disco de metal.

Y cuando pudo descender de aquel barrio extremo, donde se amontonaba la miseria obrera, Isidro la vio más flaca y amarillenta, llevando al brazo un envoltorio de ropas por entre las cuales salía un llanto desesperado y unas manecitas crispadas por la rabia. Mírale, Isidro... Es Pepín: es tu hermano. Bésalo, hijo mío.

Muéstrase defensor de la humanidad, pero al hombre para mantenerle solo le procura lo que le destruye. Mírale por la parte de lo sensible, y por este lado le levanta, dándole licencia para quanto le sugiere el apetito y el gusto: no le mira por la parte de la razon, ni del juicio, y por eso se abstiene de darle buenas máxîmas.

Un secreto le dijo a su madre, y luego le dijo: «¡Déjame irPero le dijo «caprichosa» su madre: «¿y tu muñeca de seda, no te gusta? mírale la cara, que es muy linda: y no le has visto los ojos azules». Piedad se los había visto; y la tuvo sentada en la mesa después de comer, mirándola sin reírse; y la estuvo enseñando a andar en el jardín.