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Voy a visitarla todos los días y a ofrecerle mis servicios. ¡Oh!, no es como , que eres de lo que llaman un parásito, la polilla del orden social, un vago. y tus compañeros debéis ser exterminados, porque la roía sociedad..., en fin, yo me entiendo. Márchate. ¡Roer!, ¿qué haces ahí como una estatua? no tienes inteligencia, no comprendes lo que yo hablo... Abur».

¡Mi novio!... ¡mi poeta! Había caído en sus brazos, se colgaba de sus labios en un beso largo de ruidosa aspiración. Luego se apartó bruscamente, como si la poseyese otra vez el miedo. Márchate... Podrían vernos. Había entrado en su camarote, estaba al otro lado de la puerta, pero la mantenía a medio cerrar para verle un momento más, acariciándolo con su sonrisa y sus ojos.

Gritarás y no te oirán; tratarás de salir y te extraviarás cada vez más, porque no conoces ni los pisos ni las galerías y marcharás á oscuras... Así, pues, allánate á ser un poco dulce, ó me marcho y te dejo aquí sepultada en vida... Márchate ya, bandido. Déjame morir, que si no las pagas en este mundo las pagarás en el infierno.

Cuando llamé a la puerta estaba más muerto que vivo. Salió Matilde a la cancela, y al verme se puso hecha una hiena: «¿Qué vienes a hacer aquí? ¡Márchate! ¡Vete ahora mismoCreí que el mundo caía sobre ... No cómo pude salir del portal, ni cómo he llegado hasta aquí... ¿Y no es más que eso?... Pues se apura usted por bien poco.

Anda, Rafaé dijo ella con la precipitación del miedo; márchate en seguía. Amanece, y mi padre se levanta pronto. Además, no tardarán en salir los viñadores. ¿Qué dirían si nos viesen a estas horas?... Pero Rafael se resistía a irse. ¡Tan pronto! ¡Después de una noche tan dulce!... La muchacha se impacientaba. ¿Para qué hacerla sufrir, si se verían pronto?

Ya que no te puedo matar. Esto basta para ti y para . Márchate. Se quedó tan ronco que sus últimas palabras apenas se entendían.... Después de hablar algo más con ronquidos y manotadas, pudo hacerse oír nuevamente. Aguarda.... La úlcera de mi vida, lo que me ha envenenado el cuerpo y ha trasformado mi carácter haciéndole displicente y salvaje, ha sido mi deshonra.

Pasaba las horas en absoluta soledad, contemplando el revoloteo de los pájaros de colores en las frondosidades inmediatas, extrayendo melodías del monótono canturreo de las aguas, hablando tal vez con el pensamiento a las náyades de la Cascatinha, que le mostraban en su gracioso rebullir sus grupas de blanca espuma y aterciopelado iris. Toma, «menino», y márchate de aquí.

Márchate ; corre, chiquillo, que te dejan aquí». No qué idea mortificó más mi mente: si la de quedarme a bordo, donde perecería sin remedio, o la de salir dejando solo a aquel desgraciado. Por último, más pudo la voz de la naturaleza que otra fuerza alguna, y di unos cuantos pasos hacia la borda.

Llegamos hasta el portal y allí le dije: márchate, que ya no haces falta; y me hice como que subía la escalera, pero en seguida di la vuelta sin llamar y me vine detrás de él hasta casa... ¡Cuando le vi entrar me dio una risa, que por poco me oye! La chiquilla se reía aún, con tanta gana y tan francamente, que me obligó a hacer lo mismo.

Sonó un gran estrépito en las cubiertas superiores: ruido de voces, correteos. Luego las fuertes pisadas se alejaron hacia la popa, acompañando una violenta discusión. Debían ser los de la banda, que se peleaban entre ellos. Márchate dijo Ojeda . Son las tres. Esas gentes pasean por todo el buque antes de acostarse, y te pueden sorprender.