United States or Niue ? Vote for the TOP Country of the Week !


Al sobrevenir la invasión sarracena se reanuda la serie de los arzobispos perseguidos. No temen ya por su vida, como en los tiempos de la intransigencia romana. Los musulmanes no dan martirio y respetan las creencias de los vencidos. Todas las iglesias de Toledo siguen en poder de los cristianos mozárabes, a excepción de la catedral, que se convierte en mezquita mayor.

El ridá era una especie de manto ó capa que llevaban los dervíses y faquires, fanáticos mendicantes que andando el tiempo abundaron mucho en todos los paises musulmanes.

El buen pueblo las adoraba como santas heroínas de la guerra milenaria contra los infieles, y reía cariñosamente de las hazañas de estas Juanas de Arco, pensando con orgullo en lo peligroso que era el trabajo de los musulmanes para abastecer de carne nueva sus harenes.

Por dicha para Morsamor, casi en el mismo punto se oyó la señal que esperaba: era el sonido de las trompetas, avisando la sublevación de la ciudad, donde la plebe amotinada combatía ya e iba venciendo a los musulmanes. La señal inspiró a Morsamor ánimo y confianza, pero era indispensable vencer en la fortaleza para obtener el triunfo.

Los países musulmanes y los cristianos del Oriente, Armenia y Abisinia han quedado fieles al primer plan, y los cristianos del Occidente han empleado simultáneamente los dos, en proporciones tan diferentes, que en la actualidad, mientras la América del Norte tiene diez escuelas por cada iglesia y cuatro caballos de vapor por cada habitante, la Rusia y mucha parte de la América del Sur tienen todavía diez iglesias por cada escuela nacional y un décimo de H. P. por habitante.

Julio se sintió alejado de sus reflexiones por la alegría pueril que mostraban algunos convalecientes. Eran musulmanes, tiradores de Argelia y de Marruecos. Estaban en Lourdes como podían estar en otra parte, atentos únicamente á los obsequios de la gente civil, que los seguía con patriótica ternura.

Por el Occidente habían avanzado los hermanos Almagrurinos, ocho moros vecinos de Lisboa, que mucho antes de 1147 año en que los musulmanes fueron expulsados de la ciudad juntaron las provisiones necesarias para un largo viaje, «no queriendo volver sin penetrar hasta el extremo del Mar Tenebroso». Así descubrían la isla de «los carneros amargos» y la isla de «los hombres rojos», pero se vieron obligados a tornar a Lisboa faltos de víveres, ya que no podían comer por su mal sabor los carneros de las tierras descubiertas.

Porque las cosas, los hechos y las ideas no nos chocan o escandalizan en la medida en que sean monstruosas, sino en la proporción en que salgan de lo ordinario; dejan de chocarnos cuando son o se vuelven ordinarios, como ocurre con la idea del pecado original y del juicio final, con el diablo, el purgatorio y el infierno, como ocurría con la incineración de las viudas en la India, antes de la dominación inglesa, como ocurre con el eunuquismo en los países musulmanes, con las maffias y las camorras en el sur de Italia, con las corridas de toros en España y con los linchamientos en Norte América.

Ni el Santiago de las batallas legendarias podía comparársele, cuando a falta de musulmanes derribaba los toros más bravos y hacía galopar su jaca por lo más intrincado de las dehesas, pasando como un rayo entre ramas y troncos sin hacerse añicos el cráneo.

No es de extrañar, en atención a lo expuesto, que los aspirantes a high-life, en todos sentidos, vayan en peregrinación a París como van a la Meca los musulmanes.