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Principalmente el plebeyo, a quien apodaban el Naranjero, que por lo que noté oficiaba de gracioso, se distinguía de los otros por la multitud de frases burdas, obscenas, pero extrañas, propias de una imaginación descompuesta, que sin cesar profería. Concha taconeaba fuertemente sobre el suelo, levantando polvo, restregando los muslos, las manos en las caderas, dejando inmóvil el torso.

Pronunciadas estas palabras, le fue preciso a don Jorge toda su energía para impedir que estallase la risa del tío Billy, que aún así hubo de retirarse a la hondonada para recobrar la formalidad. Allí confió el chiste a los altos pinos, golpeándose repetidas veces los muslos con las manos, entre las muecas, contorsiones y blasfemias que en él eran tan comunes.

Algunos van á visitar y consolar á la viuda, ó viudas y parientes del difunto, esto es, si hay algo que ganar, porque nada hacen sin interes. Durante esta visita de pésame, lloran, aullan y cantan de una manera muy dolorosa, forzando las lagrimas, y punzando los brazos y muslos con espinas agudas, hasta sacar sangre.

Todavía esta fuente tenía otro mérito y prestaba otro notable servicio, porque, además de un gran pilar en que iban a beber y bebían todas las bestias de carga y de labor y los toros, vacas y bueyes, y además de otro pilar bajo, que solía ser abrevadero del ganado lanar y de cerda, llenaba con sus cristalinas ondas un espacioso albercón cercado de muros que lo ocultaban a la vista de los transeúntes, adonde iban las mujeres a lavar la ropa, remangadas las enaguas hasta los muslos y metidas en el agua hasta la rodilla, como por allí es uso, aun en el rigor del invierno.

Figurósele que iba desnudo, la barba negra y espesa, los cabellos muchos y rabultados, los pies descalzos y las piernas sin cosa alguna; los muslos cubrían unos calzones, al parecer de terciopelo leonado, mas tan hechos pedazos que por muchas partes se le descubrían las carnes.

No pudo recoger más que retazos de conversación, que resultaban incoherentes. Se le rozan mucho los muslos. ¡Si vieras cómo va engordando! Ni con polvos de almidón ni con los de rosa se consigue suavizar la irritación de la piel decía la dama. Hablan de la niña pensó Fernanda. No la he visto nunca en el baño. ¡Cuánto daría por asistir a él un día! Es porque no quieres.

El cazador, incorporándose, dio varias palmadas en uno de sus muslos. Inmediatamente sonaron iguales golpes al otro lado de la espesura, como reproducidos por el eco. Después se llevó a la boca el dorso de una mano, y un silbido tenue, de pájaro, rasgó el silencio. Otro pájaro invisible le contestó. Adelante: son amigos dijo el Mosco.

Los dartros que corresponden á este medicamento, se sitúan con preferencia, como las verrugas, en la cara, las manos, parte interna de los muslos, la anterior del pecho, las articulaciones de los miembros, es decir, en los puntos en que la piel es mas fina, como asimismo en los labios y grandes labios.

Y, con esto, entró en el aposento, y todos tras él, y hallaron a don Quijote en el más estraño traje del mundo: estaba en camisa, la cual no era tan cumplida que por delante le acabase de cubrir los muslos, y por detrás tenía seis dedos menos; las piernas eran muy largas y flacas, llenas de vello y no nada limpias; tenía en la cabeza un bonetillo colorado, grasiento, que era del ventero; en el brazo izquierdo tenía revuelta la manta de la cama, con quien tenía ojeriza Sancho, y él se sabía bien el porqué; y en la derecha, desenvainada la espada, con la cual daba cuchilladas a todas partes, diciendo palabras como si verdaderamente estuviera peleando con algún gigante.

Al llegar á corta distancia del Todopoderoso se cuadró, con las manos pegadas á los muslos y los ojos fijos, lo mismo que un soldado alemán bien disciplinado. Y el Señor le dijo: serás el hombre de guerra, el héroe. Conducirás tus semejantes á la muerte, como el matarife guía los rebaños al matadero.