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Sigue adelante el médico, y el paciente toma de nuevo su tono oratorio, tratando de convencer al tronco de un árbol. Porque la escena pasa en un gran patio cuadrilongo, cerrado por altos muros sin resalto ni relieve alguno que puedan facilitar la evasión.

Me faltaba aire, me ahogaba en mi habitación estrecha, sin horizonte, sin alegría, sin más vistas que la alta barrera de muros grises, almenados, bajo los cuales apenas se veía volar, por rara casualidad, alguna gaviota.

Vio Jacinta, salteados por aquellos fantásticos muros, carteles de publicaciones ilustradas, de librillos de papel de fumar y cartones de almanaques americanos que ya no tenían hojas. Eran años muertos.

El príncipe oyó fragmentos de sus comentarios: «Un pobre que vivía milagrosamente... La más leve emoción... Esa mujer...» Más allá del grupo correteaban los guardias del jardín transmitiéndose órdenes. Habían aparecido los bomberos, aquellos bomberos que, según el rumor público, se filtraban mágicamente á través de los muros del Casino para llevarse á los jugadores caídos en las salas.

¡Las murallas que hemos levantado! continuó . ¡La piedra que hemos metido aquí!... Basta para cercar á toda una ciudad. Había muros de más de veinte metros que descendían en suave pendiente desde los jardines al mar.

Las paredes son muros almenados, ceñidos de torreones; los patios, vastos cuadros en que crece cuando mas el arrayan á las orillas de un estanque. Llevan las fachadas bellísimos relieves; pero está muy lejos de respirar la suntuosidad del interior, donde el arte desarrolla el inagotable tesoro de sus variadas y caprichosas formas.

Aparte del interes que tienen la fachada interior del Alcázar y los altos muros que encuadran el recinto, el fondo mismo del jardin es encantador por su conjunto así como por sus preciosos detalles.

Como nada es duradero en el mundo, el cielo quiso que a aquel edificio le llegase como a la casa de D. Felicísimo, su día final, y hoy crece en sus rotos muros el amarillo jaramago, y sus huecos son ¡ay! de lagartos vil morada.

Veo de pronto á los genios despreciados por las muchedumbres que luego se apropiaron su gloria con un orgullo nacional; veo á todos los artistas que abren fuentes de idealismo para la turba grosera, é inmediatamente quedan expulsados de las márgenes de su obra; veo á los poetas de la acción que derriban muros tradicionales, y nunca son los primeros que entran por la brecha, pues los sobrepasan los hábiles que se ocultaban á sus espaldas, prontos á aprovecharse del esfuerzo.

Entonces aprendió también á bendecir la previsión de su padre, que le había permitido conocer algo el mundo, antes de sepultarse para siempre en la soledad del claustro. ¡Cuán diferente le parecía entonces la vida, cuán exageradas las palabras del Maestro de los novicios al describirle con los más negros colores la manada de lobos, como él decía, que le esperaban para devorarle apenas abandonase los muros protectores de Belmonte!