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D. Salvador consiguió alcanzarlo, porque la mulita baya había aflojado considerablemente el paso. Cuando estuvo cerca de él, vio que traía la cara casi completamente cubierta con el pañuelo, como quien busca ocultarse.

891 Hay hombres muy inocentes y que a las carpetas van; cuando azariados están -les pasa infinitas veces- pierden en puertas y en treses, y dándoles mamarán. 892 El que no sabe no gana aunque ruegue a Santa Rita; en la carpeta a un mulita se le conoce al sentarse, y conmigo era matarse: no podían ni a la manchita.

En los duros momentos del mediodía, cuando el sol caía a plomo, abrasándome el cráneo protegido por el helmuth, solía acercarme a ella. «¿Qué tal vamos, amiguitaMuy bien, señor. ¿No está cansada, no quiere un quitasol? No, señor; gracias. La mulita tiene buen paso. ¡Y yo veía a la pobre criatura sacudirse sobre la silla a impulso del endemoniado trote mular!

El mío, un rubio, tuerto, sabanero, como lo indicaba su tipo, especie de letrero para la gente del camino, de la que me informaba más tarde sobre su destino, pues acabó por perdérseme; mi sirviente, repito, montaba una mulita baja, escueta, regañona, canalla, ¡y el sabanero no llevaba espuelas!

En la primera nueva expedición que hagamos le dije , he de ir en el caballo más fogoso de mi padre, y no en la mulita de paso en que voy ahora. Mucho me alegraré replicó Pepita con una sonrisa de indecible suavidad.

Una vez caía yo de un camino de encrucijada al de Buenos Aires, y el peón que me conducía echó, como de costumbre, la vista al suelo. «Aquí va dijo luego una mulita mora muy buena... ésta es la tropa de don N. Zapata..., es de muy buena silla..., va ensillada..., ha pasado ayer...» Este hombre venía de la Sierra de San Luis; la tropa volvía de Buenos Aires, y hacía un año que él había visto por última vez la mulita mora, cuyo rastro estaba confundido con el de toda una tropa en un sendero de dos pies de ancho.

El Pozo de la Solana dista más de dos leguas de este lugar y no hay hasta allí sino camino de herradura. Tuvimos todos que ir a caballo. Yo, como jamás he aprendido a montar, he acompañado a mi padre en todas las anteriores excursiones en una mulita de paso, muy mansa, y que, según la expresión de Dientes, el mulero, es más noble que el oro y más serena que un coche.

Traspasados de dolor padre y madre, quisieron engañarla, para que tuviese una alegría en aquel instante de suprema aflicción, y presentándole los pavos, le dijeron: «Mira, hija de mi alma, aquí tienes la mulita y el bueyecitoPero Celinina, aun acabándose, tuvo suficiente claridad en su entendimiento para ver que los pavos no eran otra cosa que pavos, y los rechazó con agraciado gesto.

Traspasados de dolor padre y madre, quisieron engañarla, para que tuviese una alegría en aquel instante de suprema aflicción, y presentándole los pavos, le dijeron: «Mira, hija de mi alma, aquí tienes la mulita y el bueyecitoPero Celinina, aun acabándose, tuvo suficiente claridad en su entendimiento para ver que los pavos no eran otra cosa que pavos, y los rechazó con agraciado gesto.

Déjame ir en mi mulita y yo te lo pagaré si no quieres aguardar a que Dios te lo pague. El enmascarado siguió sin contestar, aunque dando más ronquidos. ¿No oyes que yo lo pagaré? Sobre los doce mil reales que y tu compañero os habéis repartido, yo puedo darte otros ocho mil si me dejas libre. ¿Y cómo? dijo entonces el enmascarado . ¿Dónde llevas escondidos esos ocho mil reales?